Capítulo 1

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La oficina se caía en pedazos

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La oficina se caía en pedazos. No, todo el lugar era bastante miserable. La imagen esperada de un orfanato para la más baja raza en el Infierno. Pero, aun así, con el tiempo Blitzø había aprendido a tomarle un sincero afecto por ese lugar y un profundo desprecio por lo decadente que era.

— Debes estar bromeando. —Blitzø lanzó el documento a un lado— Hice todo lo que se suponía que debía hacer.

— Lo se. —La directora, una mujer mayor, lo miró agotada— ¿Crees que para nosotros es divertido todo esto? Solo dificulta el proceso de adopción y no es que tengamos tantos fondos.

Blitzø se dejó caer hacia atrás, colgando su cabeza sobre el respaldar y mirando el techo. Sabía que no era el comportamiento más adulto del mundo, pero estaba haciendo su mejor esfuerzo para no comenzar a destruir todo o soltar la serie de insultos que lo pondría en la lista negra del sistema de adopción.

— He esperado dos años. —Blitzø se dejó caer hacia adelante, midiendo sus palabras— Dos años, Horusas, dos años he esperado por que oficialmente Loona sea reconocida como mi hija. Le prometí que antes de que terminase este mes la llevaría a casa.

Y la simple posibilidad de fallarle era peor que una puñalada.

— Lo sé, pero es la nueva regla que el príncipe ha puesto para sus canes infernales. —La directora lamentó— Yo solo debo acatar.

Blitzø señala el periódico en el escritorio de la mujer, estaba debajo de algunos documentos, pero él podía leer el titular.

«Un mes después de divorcio de la realeza ¿Qué pasará con la futura heredera viviendo con su padre?»

— Me estás diciendo que los demonios con hijos biológicos pueden ser padres solteros y divorciarse. —Blitzø gruñó— Pero yo debo estar casado para adoptar a mi Loony.

— Sí... No niego que es injusto. La mayoría bota todo el proceso el primer año. Y admiro mucho tu persistencia, Blitzø. Pero esas son las reglas. —La mujer lo miró con culpa— Voy a ser sincera contigo porque Loona ha pasado por muchísimo. Referente al matrimonio, puede ser uno falso. Puede ser firmado hoy. No voy a poner peros, ni investigaré nada. Solo necesito quitar de la lista de los requisitos eso y nada más.

Blitzø sonrió de lado. A pesar de todo Horusas era astuta y manipuladora del tipo que le agradaba. A ella le importaba su trabajo y los canes infernales huérfanos que estaban bajo su ciudad. Si a cambio debía doblar algunas reglas, ella parecía muy dispuesta a hacerlo.

— Y te recomiendo hacerlo rápido antes de que al príncipe se les ocurra agregar algo más.

— Si, porque es tan fácil encontrarme con alguien que quiera casarse conmigo. Aún si es por charadas y burocracia. —Blitzø saltó de la silla hacia la ventana, donde los otros canes infernales estaban jugando.

Maldita sea, necesitaba disparar algo y dejar salir algo de su frustración.

Oh, pero ahí estaba Loona. Ella era la más solitaria de la camada, alejada de todos y con una expresión molesta. Siempre a la defensiva, en postura protectora y expresión aterradora. Su pelaje blanco estaba ligeramente levantado y su cola estaba erizada, señalando a todo el resto de los canes infernales que no se acercaran a ella. Solo faltaba que estuviese gruñendo y él sentiría que estaba viendo por primera vez a la misma niña de 5 años que no le temía a nada ni nadie. De todos los canes infernales, ella era la mejor, Blitzø no tenía duda de ello. La más fuerte, con mayor personalidad y temperamento. Lo que pasaba es que el resto no se daban cuenta de lo afortunados que serían de ser sus amigos. Loona pareció sentir su mirada porque levantó su rostro y luego lo giró, fingiendo indiferencia. Pero su cola se movió de un lado a otro delatándola y su pelaje se relajó. Blitzø sintió su corazón suavizarse cuando notó cómo las orejas de Loona apuntaron a su dirección. Él solo pudo imaginar que así se debía sentir un padre cuando sus hijos los encontraban en la multitud.

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