Capítulo 12

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Blitzø cayó de nuevo, pero logró amortiguar el impacto rodando por el suelo para distribuir su caída y esta vez no sintió dolor en su cuerpo. Él levantó los brazos en el aire y sonrió a Fizzarolli, quien borró la preocupación de su rostro e imitó su gesto.

— ¿Viste? —Blitzø apoyó sus manos sobre sus caderas— ¡No es tan peligroso!

— ¿Estás seguro de que estás bien? —Fizz insistió, equilibrando su cuerpo en el aro suspendido en el aire donde segundos antes ambos habían estado practicando.

— Sí, estoy bien. —Blitzø mintió, sonriendo con mayor seguridad de la que había sentido antes de caer.

Su padre había quitado la red de seguridad pensando que esto mejoraría su equilibrio. Y sí, lo había hecho, pero también le había dado a Blitzø un gran temor a morir. Lo que su padre no sabía era que Blitzø había estado entrenando en secreto en el jardín de Stolas, aprendiendo a caer desde ramas cada vez más altas y lastimándose en múltiples intentos, pero teniendo al pequeño príncipe a su lado para sanar sus heridas. Claro, ningún árbol era tan alto como los trapecios, pero Blitzø se negaba a rendirse. Además, ¡había funcionado!

— Bien, super acróbata, admito que sabes caer. —Fizzarolli rodó sus ojos con burla— Ven aquí, quiero practicar una vez más antes de que debamos salir a atraer audiencia.

Blitzø rio y asintió, corriendo hacia un costado de la pista para subir por la escalera. Pero antes de llegar a su objetivo él, alcanzó a ver a su hermana discutiendo con su padre atrás de las cortinas y sus sentidos se pusieron alerta. Barbie lucía al borde de las lágrimas y su postura era tensa.

— ¿Fizz...? Olvidé algo. Espera ahí, —Blitzø anunció sin prestar mucha atención que tan realista había sonado porque sus pies ya estaban dirigiéndose a su nuevo objetivo.

Su amigo gritó su nombre, pero eso era lo menos importante. Él se escabulló cerca de las cortinas y pudo oír la voz de su hermana temblar de furia.

— ¡Me duele!

— No seas tan dramática. Debes actuar. No tenemos sustitutos. —Su padre respondió con indiferencia.

— Es tu culpa por ponerme a cuidar a los bebés de Sammy mientras ustedes hacían quién sabe qué. —Barbie se tropezó con sus palabras al final, seguramente queriendo decir algo más pero sabiendo las consecuencias que caerían sobre ella.

— Tu caída no fue cuidando a los bebés, deja de quejarte por ayudar un poco a la familia. —La voz de su padre sonó exasperada— Todos nos ayudamos aquí pero tú eres la única que se lloriquea constantemente.

Blitzø apretó sus puños porque eso no era verdad. Su hermana rara vez lloraba o se mostraba débil a pesar de que Barbie siempre cargaba con las tareas del hogar. Su padre siempre la hacía ayudar a su madre y a las demás mujeres, además de hacerla trabajar igual que al resto de ellos en el circo. Fizz y él usualmente tenían que escabullirse para ayudarla, pero había ocasiones en que su padre deliberadamente los retenía sabiendo que eso solo complicaría más a Barbie.

— No, me caí porque no he dormido en toda la noche ¡Y te lo dije! Pero insististe en que entrenara ¡Te dije que me sentía cansada! —Barbie gritó, su voz convirtiéndose en un gruñido— Ahora no puedo pararme.

— Deja de gritar, —dijo su padre aburrido— Solo necesitas un buen masaje en el tobillo, unas vendas, y estarás como nueva. Todos nos torcemos algo y seguimos trabajando. Deja de ser tan dramática. No seas perezosa porque vas a salir a escena en una hora, Barbie. Siempre se lo digo a tu madre pero es momento de que dejes de portarte como una niña mimada.

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