Capítulo 20

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—¿Por qué estás sentado aquí afuera?

Blitzø dejó su celular sobre la mesa y observó a Loona cruzar el jardín y sentarse al otro lado de la pequeña mesa. No era el elegante jardín que una vez tuvo Stolas, pero el expríncipe había hecho maravillas con el pequeño espacio que tenían. Las plantas crecían saludablemente y, esa semana, el perfume de las rosas recién florecidas llenaba el aire con recuerdos de su infancia. La buena parte de su infancia.

Loona apoyó su mentón sobre la mesa, sus orejas y cola ligeramente caídas. Ella estaba preocupada. Blitzø jamás hubiese creído que la misma alma indomable que había conocido tiempo atrás podía sentir por él algo como preocupación. Él se preguntó si era parte de ser padre el tener emociones encontradas o se debía a las incontables veces que se había caído de cabeza en el circo. Porque por una parte se sentía feliz, su Loony se preocupaba por él, lo que significaba que, por algún tipo de milagro casi imposible, Blitzø era importante para su hija; pero, por otro lado, le dolía verla así, preocupada, intentando solucionar cosas que no deberían estar en la mente de una pequeña niña.

—Hay mucha gente en casa y si no puedo ayudar ahí adentro, sentado aquí al menos no estorbo. —Él se encogió de hombros—. No entiendo mucho de magia y protecciones. Lo mismo son armas.

—Esa otra imp tampoco sabe, pero ella está adentro. —Loona señaló, arrugando su nariz.

—Porque Millie está pagando por las protecciones. —Blitzø arqueó una ceja.

—Rara.

—¿Por qué no te agrada? —Blitzø sonrió de lado.

—... ¿te agrada a ti?

Él controló el impulso de reír. ¿Eran esos celos o sobreprotección por parte de su hija?

—Millie es interesante.

—¿Pero te agrada? —Loona apoyó las manos sobre la mesa y se estiró para mirarlo—. Hay muchas cosas interesantes que pueden o no agradarte. Así que... —Y ella le hizo gestos para que hablase.

Oh, definitivamente eran celos.

—¿Millie...? —Blitzø meditó, dándose ligeros golpecitos en el mentón—. ¿Ella...? —Él alargó el tiempo con malicia— ¿Me agrada?

—¡Blitzø!

Él soltó una carcajada y notó cómo Loona inflaba sus mejillas, sus orejas levantadas y su cola en movimiento. Lista para saltar sobre la mesa y morderlo. Bien, prefería verla con humor, incluso si era uno homicida, que preocupada.

—No digo que seamos amigos, pero me agrada en esa dirección.

—¡Bien! —Loona lo señaló—. Más te vale.

Una vez más contuvo la risa.

—¿Puedo tener amistades?

—¿Amistades? —Loona se cruzó de brazos y se encogió de hombros—. Eso está bien. Pero no más. Eres un desastre.

—¡Auch, Loony!

Cierto, pero ¡auch!

—Dejando de lado tu gusto por señalar lo obvio... ¿Qué dice el viejo mayordomo? —Blitzø cambió de tema, apoyando su mentón sobre la palma de sus manos—. ¿Cómo va esas cosas mágicas?

—La magia cuesta. —Loona explicó—. Oh, bueno, la gente que hace las cosas mágicas cobra mucho. Así que el abuelo de Via va a mejorar la seguridad en la casa para proteger a Stolas porque si algo le pasa a él ¿quién le dará de comer a su futura heredera? —Ella dijo con mofa, girando los ojos.

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