VIII

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El príncipe Zlatan Wardton permaneció sentado en aquella escalinata mucho después que su invitado se hubiera marchado, pensando en cada detalle del rostro del felariano. Sus ojos brillando en confusión, sus pequeños rizos dorados en una mata desordenada pero delicada y sus finos dedos, los mismos que le habían lanzado una llave hacía años, le resultaron inconfundibles.

Cada palabra que había pronunciado le despertaron recuerdos de su tiempo como prisionero haciendo que concentrarse en otra cosa fuera imposible, sobre todo porque había intentado —y claramente fallado— en lucir menos intimidante. Y a pesar de todos sus esferzos el hombre se había visto aterrado, temblando incluso cuando se marchó.

Era más joven que él, pero lo suficientemente maduro como para estar casado, y al negarse a decir su nombre dejaba en evidencia que debía pertenecer a un linaje importante. Una coincidencia sospechosamente peligrosa en aquellos tiempos, sobre todo cuando Zlatan sabía que las coincidencias no existían.

El prínipe continuó perdido en sus pensamiento. Desde la mejilla golpeada de su invitado hasta el hecho que había viajado con su espía bajo una identidad falsa, y ahora había llegado a él como si fuera obra del destino.

«Lo encontré»

La revelación hizo que inflara su pecho y cerrara sus puños con fuerza, intentando controlarse. Él no era de naturaleza nerviosa, pero al verse frente a frente con el hombre que había estado buscando sin cesar durante cuatro largas temporadas su mente se nubló por completo.

—Es un sujeto interesante, nuestro invitado —la voz de Goran sorprendió al príncipe lo suficiente como para que no fuera capaz de disimularlo.

El anciano apareció junto al trono de piedra, probablemente utilizando uno de los pasadizos del salón.

—Está asustado. Era de esperarse.

—Si, supongo que tiene sus razones —el consejero estuvo de acuerdo, pero eso hizo que el príncipe arrugara la frente.

—No voy a hacerle daño.

—Jamás lo dudaría, mi señor. Pero ¿estamos seguroS que es el hombre que ha estado buscando?

Zlatan miró en dirección a la puerta.

—Estoy seguro —declaró.

Si Goran no estaba convencido no lo dejó saber, en su lugar se limitó a descender hasta posicionarse debajo del príncipe e inclinó la cabeza.

—Muchos acontecimientos curiosos nos rodean últimamente. Desde la compañía tañaquí, hasta un nuevo huesped —el eunuco ironizó.

—Soy consciente.

—Muy bien ¿Cuáles son sus órdenes entonces?

Zlatan había vivido bajo un riguroso plan que lo mantenía con vida. Desde su rutina diaria hasta las persona que trabajaban en el castillo, todo había sido pacientemente orquestado por Goran y él para mantener las amenazas al mínimo. Pero en esos instantes el príncipe se dio cuenta que no tenía ni la más remota idea de que hacer a continuación. No tenía un plan, pero no retrocedería tampoco.

El felariano se quedaría, decidió.

—Mantenlo seguro —Zlatan espetó inmediatamente, poniéndose de pie —¿Sabemos algo de los talaquíes?

—Se instalaron en las colonias. Los espías aseguran que han estado en un par de trifulcas a causa de Lucaro Eresfort, y debido a su nuevo visitante supongo que los veremos en nuestras puertas pronto.

—Informa a la corte. Diles expresamente que el rey Castian Nox ha enviado a una comitiva a nuestras puertas para encontrar al príncipe perido y los hemos recibido con los brazos abiertos.

Un príncipe para el príncipe #2Where stories live. Discover now