∆∆∆ 22 ∆∆∆

811 64 0
                                    

No llores.

No llores.

Daba vueltas por mi cuarto intentando calmarme, él no lo merece, y yo tampoco merecía saberlo ni mucho menos sentirme así.

Tome el lienzo que le había hecho y comenzé a rasgarlo con unas tijeras.

Te odio hidalgo.

Por qué me hiciste creer que podía confiar de nuevo.

Quedé dormida en sueño con las lágrimas en el suelo, con un cuadro que le hice al último hidalgo.

Raquel Mendoza.

Yoshi me dijo todo, pero no lograba entender cómo sucedió, según t/n, tanto Apolo con ella ya empezaba a surgir algo.
Y como es posible dejar algo comenzado y tirarlo así como si nada en tan solo unos días.

Toque varias veces, pero no escuché respuesta alguna.

¿Que hago?

Al día siguiente me levanté y volví a tocar pero no oí respuesta, baje a prepararle el desayuno pero ella ya estaba en la cocina, preparando el desayuno.

— buenos días— saludé a lo cual ella no me escucho por los audífonos que traía puestos.

Termino y sirvió para dos.

Raro, como supo que estaba aquí, si según yo no me oía.

Se quitó los audífonos me vio de reojo y comenzó a comer.

— t/n no puedes estar asi— intenté comenzar la conversación.

— así como?— ni siquiera me alzó la mirada.

— cuéntame, estoy aquí para ti y lo sabes—

— no hay nada de que hablar — alzo su plato y lo llevo a la tina apesar de no haber tocado la comida

— no puedes no desayunar —

No dijo palabra y salió de la cocina, la seguí, no podía dejarla así.

La tomé del brazo deteniendola en las escaleras — detente, dime algo—

— déjame en paz Raquel, no quiero hablar por qué me insistes, solo déjame en paz— se soltó bruscamente y subió las escaleras.


𝐸𝑙 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜 𝐻𝑖𝑑𝑎𝑙𝑔𝑜. Apolo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora