26.- MARCAS DE PERTENENCIA

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Una vez que gran parte de la tarde transcurrió, Kim regresó a su casa, poniéndose en contacto con Kasem, quien llegó 15 minutos después que lo que Kim lo había hecho, dándole tiempo apenas para cambiarse de ropa e iniciar el entrenamiento.

90 minutos después de haber iniciado el entrenamiento, ambos pararon con los ejercicios buscando algo de aire para respirar debido al esfuerzo. Kim le agradeció al entrenador mientras le pasaba una botella de agua y sonreía. Kasem lo miró de pronto, no era raro que Kimhan se comportara de una manera amable, ya que aquel joven hombre siempre le había demostrado respeto, pero se dió cuenta que de pronto su rostro parecía más el de un muchacho de su edad y no el de un hombre mayor. No le preguntaría nada al respecto, ya que si algo tenía muy claro en su trabajo después de haber pertenecido a la milicia era que no debía de sobrepasarse en sus interacciones con las personas para las que trabajaba, los límites laborales eran algo que respetaría siempre; pero después de 4 años conviviendo con aquel joven, al fin lo veía sonreír por primera vez con la mirada iluminada y descubrió que se alegraba por ello, fuera lo que fuera que estuviera pasando en su vida, esperaba que durara lo suficiente.

Después de haberse duchado con agua caliente para aliviar la sensación de cansancio que le había dejado la sesión de ejercicio con Kasem, Kim se dirigió de regreso a su habitación vistiendo exclusivamente la bata negra de algodón que había utilizado la noche anterior, miró de reojo la bata blanca que se encontraba colgada en el perchero de la recámara, la cual había usado Porschay y después observó aquella cama que de pronto le parecía demasiado vacía y grande.

Tomó el celular en sus manos para comunicarse con su persona de ojos dulces, pensando que si la versión anterior de sí mismo lo viera, estaba seguro que lo acusaría de ridículo al extrañar a alguien que había visto apenas esa mañana, pero esa era la única realidad, había extrañado la presencia de Porschay a su lado todo el maldito día. Por lo que una sonrisa inmensa se le dibujó en las facciones cuando se dió cuenta que tenía un mensaje en su buzón con el remitente de Porschay de hacía apenas un par de minutos.

Cuando abrió la conversación, pudo ver que había una fotografía adjunta, la cual mostraba parte de la base del cuello de Porschay en que podían verse sus clavículas y hombros desnudos, solamente se veía la mitad inferior de la cara, en la cual parecía que Porschay estuviera haciendo un puchero y también se mostraba una de sus manos. Kim salivó y sin entender la intención de la foto, miró el pie de página que decía "¿Me puedes explicar cómo fue que terminaste haciéndome eso y yo no me di cuenta?" Kim no entendió a qué se refería Porschay y cuando miró de nueva cuenta la fotografía, pudo ver que la mano que Chay mostraba en la imagen apuntaba directamente hacia la base de su cuello en el lado izquierdo, justamente en ese lugar se veía perfectamente formado un morado, producto de alguna de las mordidas que él le había dado.

Kim se rió a carcajada abierta cuando se dió cuenta de lo que pasaba, la realidad es que no se percató la fuerza con la que había mordido en aquel punto la piel de Porschay, pero no pudo evitar sentir que aquella marca en la piel de Chay le gustaba, desataba en él un sentimiento de pertenencia y posesividad desconocida que lo hizo sonreír y negar con la cabeza en incredulidad y asombro. Le contestó entonces el mensaje a Porschay diciendo.

KIM: Lo lamento Chiquillo, pero no lo lamento por los motivos que probablemente estés pensando, lo lamento porque lo hice sin la intención de hacerlo y jamás me percaté de ello (no me culpes por ello, tu piel me está volviendo loco). Y también lo lamento por lo mucho que me gusta verlo y saber que fui yo la persona que lo hizo (éste punto lo lamento exclusivamente por ti, porque significa que van a ocurrir bastantes más y no hay mucho que puedas hacer al respecto).

Esperó un par de segundos después de haber mandado aquel mensaje, mientras retiraba la bata de su cuerpo y se calzaba el pantalón de franela. Apareció entonces un texto de Porschay en la conversación.

KIMCHAY→ Sí tuvimos nuestro final feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora