41.- REMEMBRANZAS

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Kim permitió que Porschay lo sostuviera de la manera en la cual nadie más lo había hecho desde que su madre murió, sintiéndose como un niño pequeño mientras su cabeza descansaba en el pecho de Porschay, aquello indudablemente le sanó algunas viejas heridas del corazón. Concluyó que podía permitirse aquello, podía permitirse ser vulnerable con la persona que amaba con toda el alma y que por alguna maravillosa razón, Porschay también lo amaba a él aunque no se lo mereciera.

Tomando aire, Kim impulsó su cuerpo hacia arriba y salió de Porschay con suavidad, la garganta de Chay emitió un sonido ahogado mientras sus ojos se abrieron al sentir el vacío de su cuerpo, y su interior se apretaba por reflejo al no querer aquel vacío, causándole una sensación de leve dolor.

Kim dejó un beso suave en el centro del pecho de Porschay y salió de en medio de sus piernas, estirándose en la cama para retirarse el preservativo del cuerpo y desechándolo en el cesto de basura cercano, abrió un cajón de su mesita de noche y tomó un paquete de toallitas húmedas, regresó frente a Porschay, quien emitió el sonido de una risa baja que terminó con él cerrando los ojos sobre las almohadas, reflejando lo exhausto que estaba. Kim le sonrió con dulzura y sacando un par de toallitas, se dedicó a limpiarlo con dulzura, retirando todo rastro visible de su eyaculación, después hizo lo propio con su abdomen.

Se levantó de la cama y ayudó a Porschay a meterse debajo de las cobijas, sonriendo cuando Chay abrió los ojos y lo observó con mirada dulce, rodeó la cama y metió su cuerpo debajo de las cobijas, colocó la alarma necesaria para estar preparado a tiempo cuando llegara el personal médico a su casa y después se acercó a Porschay, abrazando su cuerpo desnudo.

Porschay fue perfectamente consciente de la sensación que le provocaba el cuerpo desnudo de Kim a sus espaldas, por lo cual abrió los ojos y buscó una de sus manos para llevarla hasta sus labios y besarla, mientras le decía -Buenas noches Mentiroso-

Kim sonrió con aquel gesto, estirándose para apagar las luces tenues de la habitación y dejando de regreso un beso en la mejilla de Porschay, diciendo -Buenas noches Chiquillo- algunos minutos pasaron y Kim dijo de manera suave -Te amo Porschay- pensando que estaría dormido a esas alturas.

Porschay sonrió y le contestó de manera queda -Y yo te amo a ti, Kim.- volvió a besar la mano de Kim que había permanecido sosteniendo entre las propias y entonces se abrazó a la inconsciencia del sueño.

Kim sintió de nueva cuenta un nudo en la garganta que se obligó a tragar, no pensó que Porschay pudiera devolverle aquellas palabras en tan poco tiempo después de lo que había pasado con anterioridad, aquel Chiquillo le estaba demostrando de nueva cuenta el tamaño inmenso del corazón que tenía y la pureza de su alma, sabía que no era merecedor de ese amor, pero como el infierno que lucharía hasta convertirse en la única persona que lo mereciera. Cerró los ojos mientras apretaba el agarre alrededor de la cintura de Porschay, sabiendo que dormir con él al lado era lo único que necesitaba para descansar con tranquilidad.


Kim abrió los ojos algunos minutos antes de que su despertador sonara, por lo cual estiró su brazo con dirección a la mesita de noche para desactivar el sonido del mismo y lo dejó de nueva cuenta sobre la superficie, miró a Porschay, quien se encontraba acomodado en la misma posición en la que se había quedado dormido, hacía ya algunas horas; Kim sonrió sabiendo que su Chiquillo de ojos dulces realmente debió de quedarse agotado después de lo que había pasado la noche anterior, ya que a pesar de que no fuera extremadamente desorganizado para dormir, sí era costumbre para él cambiar la posición y balbucear entre sueños. Kim dejó un beso suave en el hombro de Porschay y se levantó de la cama con cuidado después de arroparlo con las cobijas.

KIMCHAY→ Sí tuvimos nuestro final feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora