CAPÍTULO 3

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Summer

¡Papá!

Salto de la cama respirando con dificultad. La oscuridad de la habitación me hace temblar. Las lágrimas aún húmedas me recorren el rostro, las quito con rapidez ahogando un sollozo. No quiero que nadie me escuche.

Vamos, Summer. Respira. Todo está bien.

Llevo una mano a mi pecho sin darme cuenta y comienzo a inhalar y exhalar.

Inhalo.

Exhalo.

Puedo sentir el sudor que cubre mi cuerpo y es asqueroso. Querría poder darme una ducha.

Cuando consigo calmarme me fijo la hora en mi teléfono. 4:35 de la madrugada. Siempre es la misma hora. Lo peor es que una vez que me despierto ya no consigo volver a dormirme, tan solo me quedo acostada, acurrucada entre las sabanas como una niña pequeña esperando a que el sol aparezca.

Siempre es lo mismo. Veo a mi padre, muerto. Veo su rostro lleno de cortes por el vidrio roto del auto. Veo sus ojos sin vida. Veo como deja de ser mi padre para convertirse en un recipiente vacío.

Me levanto de la cama y salgo en puntitas de pie. No sirve de nada porque Chase me observa de brazos cruzados apoyado sobre la mesada de la cocina improvisada con una taza de café en la mano.

Me quedo de pie, mirándolo, esperando a que diga algo.

—Necesito saber a dónde pensabas ir a las cinco de la mañana. Sola.

—No es de tu incumbencia.

—Ahí te equivocas, a partir de que cruzaste la puerta ayer, todo lo que hagas es de mi incumbencia —explica con tranquilidad.

Lleno mis pulmones de aire.

Deja la taza sobre la encimera y se acerca a mí con pasos largos, tranquilos. ¿Por qué? ¿Por qué lo hace? ¿Qué pretende conseguir?

—Mírame Summer —me susurra.

No quiero hacerlo.

Suspira y me toma del mentón alzándome la barbilla para hacerme encontrar sus ojos. Su negro se entremezcla con mi azul.

—Ahí tienes —permanece unos segundos en silencio, solo mirándome y a pesar de que quiero, no puedo apartar la vista—. ¿A dónde vas?

—A casa. Por el auto.

—Bien. Te acompaño.

—No.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero —rezongo.

—No voy a dejar que vayas sola —gruñe entre dientes.

—Oh vamos, Chase. No me digas que ahora comenzarás a actuar como si te importara cualquier cosa que vaya a pasarme. Creí que tu hipocresía tenía un límite —me burlo.

Su sonrisa demoniaca se hace presente.

—Créeme o no lo hagas, no me interesa. Pero no voy a arriesgarme a que nada te pase. Al igual que como lo hago con el resto del grupo. Porque si no te habías enterado, somos un equipo. Y tú comenzaste a formar parte de él —sus palabras me dejan noqueada durante unos instantes—. Así que te espero afuera.

Me suelta de repente y camina hacia las escaleras a paso apresurado.

—¿Por qué estás haciendo esto? —suelto en voz baja.

Su cuerpo se detiene. Sus piernas se clavan en el suelo. Percibo que el cuerpo se le tensa. Y lo conozco tan bien que sé que está apretando la mandíbula junto con sus puños en este instante.

End game [Completa]Where stories live. Discover now