CAPÍTULO 9

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Summer

Me quedé anonadada ante las palabras de Chase, no voy a mentir. Su voz aun me vibraba en el cuerpo. Aún tenía las mejillas coloradas y él se estaba preparando su desayuno lo más tranquilo. 

Y yo Summer Harrison, no soy una chica que se sonroja fácilmente. 

Pero era él.

De repente todos los recuerdos de cuatro años atrás me hicieron marear.

Las cosas que Chase me hacía sentir siendo una adolescente inexperta.

Las veces que me había dejado bien en claro que no era su persona favorita en el mundo, pero que sin embargo se sentía atraído a mí. La tensión que siempre existió entre nosotros pero que ahora era más evidente que nunca.
Mis piernas que no dejaban de temblar. 
Mis ojos que no dejaban de buscarlo. 

Por un segundo, me imaginé acercándome a él, tomándolo del cuello de la camiseta y estampando mi boca contra la suya. Me imaginé que él me tomaría de la cintura con sus enormes manos y que me apretaría contra él, devolviéndome el beso con un gruñido de por medio. Me imaginé que luego de unos segundos me subiría a la encimera y me abriría las piernas con esa sonrisa que me ponía a temblar. 

—¿Estás bien, Summer? —me preguntó con una ceja arqueada. 

Por supuesto, solo estaba imaginando que lo hacíamos en la cocina. Sobre la encimera, divertido ¿no?

—Sí, por supuesto. Estoy bien. 

—Estaba pensando que necesitamos hacer algo que nos facilité el trabajo de las pistas. 

—¿Qué tienes en mente? —le pregunté interesada. Estuve maquinando posibles alternativas para comenzar a investigar sobre la muerte de nuestros padres. Como revisar sus computadoras, conversaciones que hayan tenido por mensaje, pensar en sus razones por las que no evitaron lo que iba a sucederles, pensar en alguien que los haya querido muertos. Y eso era lo más difícil. No conocía a nadie que no quisiera a mi padre. Y, hasta donde yo sé, mi padre estaba muy feliz con la vida que tenía. 

—Tal vez debería hablar con mi hermano —murmuró Chase bajando la mirada. 

Me tensé de pies a cabeza. Desde que nos conocemos, sé que su relación con su hermano no es de lo mejor. De hecho, se soportaban bastante poco. Su hermano nunca estaba y las pocas veces que lo vi, estaban discutiendo. Supongo que la muerte de su padre empeoró las cosas. 

—¿Dónde está? —pregunté.

Apretó la mandíbula y me miró. Supe que lo que venía, no iba a ser bueno. 

—En prisión. 

Me tensé de pies a cabeza y nos quedamos en silencio. 

No supe que decir. Pero vi a Chase tan… destruído que quería hacer algo para ayudarlo. No sé porqué, pero quería protegerlo de las cosas que le habían pasado. Las cosas que le pasaron cuando era más pequeño. Sabía que era difícil para él decirme lo que acababa de decirme. Sabía que se sentía avergonzado. 

Di tres pasos hasta tenerlo de frente. Sus ojos se habían vuelto brillosos cuando me miró. Respiré y me acerqué más, dejándonos demasiado cerca para que mi cuerpo pueda resistirlo. Llevé mi mano a su mejilla y la dejé allí. Me miró sorprendido pero ladeo su cabeza hacia mi mano, cerrando los ojos. Estaba a punto de ponerme a llorar al verlo así. 

Lo abracé. 

Rodee su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí. Sentí como se tensó de cuerpo completo cuando se encorvó a mi altura. 

—Está bien, Chase —le susurré. 

Chase, no Dallas. Para mí siempre iba a ser Chase. 

Suspiró y me encadenó a su cuerpo con sus brazos en mi cintura. Lo sentí desarmarse con su rostro enterrado en el hueco de mi cuello. Me aferré a él y lo dejé ser. 

Nunca habíamos compartido algo tan íntimo. Y se sintió liberador. 

Sus manos me acariciaron la espalda, poniéndome a temblar. Sentí su respiración en mi cuello. 

—No quiero hablar con él, Summer —murmuró—. No quiero verlo.

—Está bien, no tienes porque hacerlo, podemos buscar otra forma —le dije enterrando mis manos en su cabello para acariciarlo. 

—No hay otra forma, él conocía a mi padre más que yo. Él era su favorito. 

—Puedo hablar yo con él.

Chase se tensó, me tomó con las dos manos de la cintura y me miró muy serio. 

—No. 

—Chase…

—No voy a dejar que hables con él. No quiero que te vea. No quiero que sepas que volviste. 

—¿Por qué no?

Se me quedó mirando y me acomodó el cabello detrás la oreja para luego quitarme una lagrima de la mejilla. Dejó su mano ahí, acariciándome con suavidad.

—Porque sabe que sigues siendo mi debilidad —murmura. Me tensé y mi estómago se dio vuelta—. Y lo usará en mi contra. No quiero que te hable. Ni que te mire. Ni que te toque —dijo muy serio—. Tengo que hacerlo yo. 

¿Yo era su debilidad? Le creía. Le creía por la forma en la que me estaba mirando. 

—No tienes que hacerlo, podemos buscar otra forma. 

—No la hay, pequeña. Tenemos que empezar por algo. 

Odié que tenga razón, odié que no haya otra manera, odié que tenga que pasar por eso. 
Me alejé de él y comencé a caminar por la cocina. 

—Debe haber otra forma. 

—No la hay cariño.

—No voy a dejar que vayas a una prisión Chase —me encontré con sus ojos—.  No te voy a dejar.

Se incorporó y me tomó de la cintura otra vez. 

—Vas a tener que hacerlo. 

—No. 

Me sonrió un poco. 

—Estaré bien, corredora —dijo mientras me acariciaba justo donde lo había hecho antes, desarmandome por completo. 

Lo tomé del cuello otra vez y esta vez yo hundí mi rostro en su pecho. Chase me abrazó, paseando sus dedos por mi espalda con demasiada delicadeza. 

—Vas a tener que darme fuerzas, cariño —me susurró. 

Joder, lo haría. Si era lo que él necesitaba, lo haría.

Me quedé aferrada a él. No me importaron todas nuestras diferencias, tan solo quería quedarme refugiada en sus brazos. La misma sensación de calidez y calma que me atrevesó el cuerpo cuando nos quedamos abrazados en su auto volvió a invadirme.

Sus caricias me eran adictivas. Su manera de hablarme.

Todo.

Estaba embelesada.

Su corazón retumbaba dentro de su pecho marcando el mismo ritmo acelerado que el mío. Y fue mi sonido favorito.

End game [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora