CAPÍTULO 11

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Buenas, buenas. He aquí un capítulo... distinto. Espero que les guste. Gracias por estar aquí, pequeños demonios.

¡A leer!

....................

Austin avanzó unos pasos más por la calle casi vacía con una mano sosteniendo el cigarrillo que estaba fumando y la otra dentro de su bolsillo, temblando. Su corazón latía fuerte, estaba muy nervioso y no sabía cómo se suponía que debía actuar.

Estuvo a punto de arrepentirse. Estuvo a punto de decirle a su mejor amigo que no podía con ello, que no podía mirarlo a los ojos otra vez, después de tanto tiempo, después de lo que había pasado.

Su mejor amigo tampoco sabía que lo había ido a visitar en una ocasión hace más de un año, solo para ver como estaba, solo para mirarlo por lo que creía que sería su última vez.

Visitar una prisión no era algo fácil, pero se armó de valor, tiró el cigarrillo y pasó. Le hicieron todos los chequeos habituales, lo revisaron de pies a cabeza, le pidieron que dejara sus cosas con ellos y que a la salida pasara a recogerlas. Luego del exhaustivo chequeo lo dejaron pasar a la visita.

Esperó incómodo con su alrededor a que él apareciera.

Jake miró hacia la puerta de la celda cuando un guardia se paró frente a ella para avisarle que tenía una visita.

Él no tenía visitas. No desde hace ¿meses? ¿más de un año? La última persona que había ido a verlo había sido él. Ni siquiera su hermano, solo él. Aunque lo comprendía. A Jake tampoco le gustaría tener a su alrededor una persona como él.

Confundido se puso de pie, dejó que lo esposaran hasta llegar a las cabinas de visitas y comenzó a caminar preguntándose quien sería lo suficientemente patético para perder su tiempo en ir a visitarlo.

Al pasar por la puerta sus ojos se encontraron con los suyos y su mundo se detuvo.

Al primer instante pensó que el encierro le había dañado la cabeza más de lo que ya estaba y que había comenzado a imaginar cosas. Pero cuanto más se acercaba, su corazón le avisaba que él era más que real. Se preguntó que carajo estaba haciendo él ahí. Se preguntó porqué había decidido ir verlo... ¿Por qué Austin creyó que valía la pena tenerlo de frente otra vez?

Austin casi se atraganta en cuanto lo vio entrar y caminar muy lentamente para tomar asiento en la silla frente a él. Lo único que los separaba era el vidrio contra sonido que estaba en medio de ambos. Jake lo miraba como si no se creyera que fuera real. Austin lo miraba como siempre lo había hecho: con ese brillo en los ojos.

Permanecieron mirándose por lo que pareció una eternidad hasta que ambos tomaron el teléfono para poder escucharse la voz.

—¿Cómo estás? —comenzó Austin.

—¿Qué carajo haces aquí? —lo interrumpió Jake, con las cuerdas vocales demasiado tensas.

—¿Qué no es obvio? Vine a verte.

—Dijimos que no vendrías más. No quiero verte ¿no lo entiendes?

Era una gran mentira, claro. Pero Austin no tenía que saber eso. El trato que hicieron la última vez que se vieron era, justamente, no volverse a ver nunca más y continuar con su vida. A Austin le dolía ver cómo había terminado todo. Y Jake necesitaba tener la certeza de que Austin seguía adelante con su vida. Necesitaba saber que se había olvidado de él.

—Ha pasado un año desde la última vez que vine. No me interesa lo que hayamos acordado antes... —respiró hondo, intentando que no se note lo afectado que estaba por tenerlo de frente otra vez—. Necesitaba verte.

Jake se lo quedó mirando. Sin comprender cómo había conseguido merecer tener a una persona como él en su vida.

—Estoy todo lo bien que podría estar yo en un lugar como este. Es todo lo que puedo decirte.

Se había acostumbrado a la rutina. Se había acostumbrado a los trabajos que le encargaban, a las comidas, a las peleas, a los golpes, a los ínfimos momentos de tranquilidad con las pocas personas que había congeniado, a la oscuridad. A todo. Su vida era la misma cada día.

Abrir los ojos, replantearse sus veinte y seis años de vida. Replantearse lo que había hecho, a las personas que había lastimado, comer, ducharse, acostarse y seguir agonizando hasta quedarse dormido para repetir todo al día siguiente.

Nunca se lo había dicho a su hermano, pero su relación era lo que más se cuestionaba. No siempre había sido así. Cuando Chase aún era un niño, tenían esa relación de hermanos. Inquebrantable. De compañerismo. De cariño. De amistad. Hasta que Jake comenzó a crecer y sus decisiones se tornaban cada vez peores. Su padre presionandolo, convenciendolo para seguir con su legado una vez que él ya no estuviera más. Dejando de lado Chase que hacia todo lo posible para conseguir la mínima aprobación por su parte.

Ambos aborrecían a su padre. Jake decidió que debía alejarse de Chase para que él no comenta sus mismos errores y no se parezca en lo más mínimo a él. Pero en cuanto lo hizo, supo que quizá era tarde.

Y Austin fue la única luz en su camino. Siempre lo supo. Siempre lo sintió dentro suyo. Después de todo Austin estaba para él cada vez que lo necesitaba, no le falló ni una sola vez. Intentó que sus sentimientos de cariño no crecieran más, porque sabía que si se dejaba ver lo terminaría lastimando a él tambien. Y así lo hizo. La primera y última vez que se besaron. La primera y última vez que se recorrieron de cuerpo entero con la boca y las manos, sin miedo, sin esconderse. Esa vez, lo destruyó todo... para quedarse sin nada.

Nunca podría olvidarse de ese día.

Donde terminó matando a la novia de su hermano.

—Jake... —lo llamó él haciéndolo volver a la realidad. Siempre le había encantado como decía su nombre—. Además necesito saber si puedes decirme algo con respecto a la muerte de tu padre.

Austin fue al grano porque se les acababa el tiempo de visita. Y le había prometido a su mejor amigo que iba a ayudarlo.

Jake tragó e intentó no lucir decepcionado ni dolido ante las últimas palabras. Estaba dispuesto a ayudar por primera vez en un largo tiempo.

—Solo sé que mi padre ocultaba demasiadas cosas. Al igual que Jordan. Su trabajo era más demandante de lo que parecía. Llegó un momento en que la fama y la presión de todos fue algo insoportable. Cualquier persona cercana a ellos te diría lo mismo. Entre ellos dos no se ocultaban cosas, por eso no me sorprendió el hecho de que hayan muerto juntos. Eran casi como la misma persona. Quizás... Jeremy podría decirte algo más relevante.

Jeremy, el entrenador de ambos. El hombre que los llevó al estrellato. El que más se vió afectado por la muerte de Chad Levingston y Jordan Harrison.

—Tienes razón... él debería poder decir algo útil —lo miró a los ojos—. Gracias.

Esperó. No se quitaron los ojos de encima.

—Yo te perdoné —murmuró Austin—. Y a pesar de todo... te sigo queriendo y creo que lo haré siempre.

A Jake se le atragantó el corazón.

Quería decirle que él también lo seguía queriendo. Que él lo... amaba. Que pensaba en él todos los días sin falta.

No pudo hacerlo antes de que el guardia venga a llevarselo de vuelta a su celda.

Solo permanecieron mirándose.

Con ojos brillosos.

Su mirada fue la última conexión que se rompió. 

End game [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora