CAPÍTULO 15

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Summer

4 años de edad

Estaba sentada sobre las piernas de papá en el asiento del piloto. Tomé el volante con mis manitos y fingí que controlaba el auto. Para mi mente de niña pequeña, era real. Mi imaginación me hacía creer que estaba corriendo. 

Mi padre me sostenía para asegurarse que no me cayera y me hacía cosquillas. 

—¡Costillas no! —le reprendí. 

—Ya ya —se rió—. Summer, hoy iremos a la casa Levingston. 

Hice una mueca y me crucé de brazos. 

—¡No! 

—¿Y por qué no? Te gusta ir y jugar con Chase. 

—¡Mentida! Thase me pelea. Ice que soy tomta. Y no me usta.

—¿Sí? Pero si siempre están jugando con los coches. 

Me puse a pensar en que sí… peleábamos pero después Chase me enseñaba todo lo que sabía. Me explicaba con paciencia lo que sabía sobre coches y yo me quedaba mirándolo con ojos grandes y la boca abierta. Muy interesada en lo que me explicaba. Él me sonría y luego me tiraba del pelo, porque sabía que yo me iba a enojar e iba a hacer lo mismo. Le divertía sacarme de quicio desde pequeño.  

—Shi… me quiede ensheñar a coder. 

—¿Lo ves? Chase quiere enseñarte lo que sabe para que puedas ser igual de buena que él. 

—Shi… —pensé en él y sonreí—. Voi a id a ved a Thase —aplaudí felizmente. 

—Ya, estoy seguro de que Chase también se pondrá contento de verte. 

10 años de edad

Chase 

Sin pensarlo, tomé su trenza con la mano y tiré. Mi pecho revivió en cuanto alzó su mirada furiosa hacia mí. Se incorporó para tomarme del pelo y tirar más fuerte. 

—Si tenías planeado que me duela, has fallado. No tienes fuerza —dije con una enorme sonrisa. Solo porqué sabía justo lo que Summer iba a hacer. Me miró como si quisiera hacerme desaparecer y con sus manos, volvió a tirar. Apretando la boca con enojo. 

Hice todo lo que pude para no demostrar que me estaba doliendo. Mantuve mi rostro impasible. Pero se ve que mis ojos dijeron algo que yo no.

—¡Te dolió! —dijo con una sonrisa orgullosa.

En ese momento debí darme cuenta de que me conocía como nadie 

—No es verdad —defendí.

—Mentiroso.

—Debilucha. 

—Tonto. 

—Infantil.

—¡Te odio! —me gritó poniéndose de pie, hecha una furia. 

—¡Yo te odio más! —refuté.

Claro, siempre sentí la necesidad de ganarle en algo, porque sabía que ella era mucho mejor que yo. 

Estuve enojado hasta que vi que se tropezó y terminó en el suelo tomándose de la cabeza. Con sus ojitos azules brillosos por las lágrimas. 

Me levanté como un resorte y me agaché a su lado, casi desesperado.

—¿Estás bien? ¿Dónde te duele?

Me miró durante un instante. 

Su boca hizo un puchero en signo de dolor. 

—Aquí, Chase —se señaló la frente. 

Tomé su mano con cuidado para quitarla. Al ver que hizo resistencia, me volví a mirarla. 

—Solo quiero ver si tienes algo. No voy a lastimarte. 

Se relajó y sacó su mano. 

—Está bien…

Sí, se le estaba formando un moretón bastante feo en la frente. 

—Vamos a ponerte hielo —dije ofreciéndole mi mano para ayudarla a levantarse. Dudó unos segundos pero aceptó y tomó mi mano. 

Me burlé dos semanas enteras del moretón violeta que tenía en la frente. Solo para que me mirara enfadada al coro de: "Chase, siendo más grande que yo deberías saber que no es gracioso" en ese tono orgulloso suyo que no perdió nunca. 

16 años de edad

Summer

Estaba muy nerviosa. Quería ganar la carrera. Necesitaba ganar. Para demostrarle al mundo que podía. Para demostrarme a mí misma que era capaz. 

Dudé con el vaso de alcohol en la mano. Apreté la boca sin saber muy bien qué hacer. Hasta que decidí que iba a darle un sorbo. Era una fiesta después de todo y todo el mundo lo estaba haciendo. 

—Te creí más inteligente que eso —esa voz detuvo el vaso justo al borde de mi boca. Lo bajé para mirarlo.

Condenadamente hermoso. 

—Creí que te importaba una mierda lo que yo hiciera —refuto cuando se acerca hasta tenerme de frente. 

Apoyo el vaso sobre el barril de cerveza. 

Sonrió de costado, enviando una onda eléctrica por todo mi cuerpo. Intenté respirar. 

Chase estaba cerca, quizás… más cerca de lo que había estado nunca.

—¿Summer Harrison bebiendo por primera vez a unos pocos minutos de tener que correr? —ladeo la cabeza sin borrar su sonrisa. 

Tuve que alzar el mentón para mirarlo a esos ojos de infierno que tiene. Es alto. Y nuestros pechos estaban casi tomándose.

—¿Chase Levingston preocupándose por mí? —dije copiando su tono. 

Amplió su sonrisa. 

—Más que preocupación, es decepción. Tenía entendido que tenías algo de lógica dentro de ti, pero veo que me equivoqué. 

Apreté la boca. Enfadada conmigo misma, porque tenía razón.

—Déjame en paz, ¿quieres? 

Me di la vuelta con la intención de agarrar el vaso, pero antes de que pudiera hacerlo me tomó del brazo. No pude evitar que mi cuerpo entero se tensara.

Me estaba tocando. 

Sus dedos estaban alrededor de mi piel y su pecho en mi espalda. 

Mierda.

—No seas idiota, ¿quieres? Si quieres hacerte la rebelde, hazlo después de correr un maldito coche. A no ser que quieras salir disparada y morir está noche, claro —me susurró al oído derecho. Mi corazón latía tanto que creí que se expandía por todo mi cuerpo. Se acomodó mejor y apoyó su frente contra el costado de mi cabello para susurrarme más cerca—. Al parecer no eres el angelito que le haces ver a todo el mundo, corredora. Me encanta saber que sacas tus garras solo conmigo. 

Me quedé helada. 

Sé que pudo sentir que el aire se me atascó en la garganta.

Él tiene razón, demuéstrale que no eres ningún ángel. Besalo. Besalo ahora. Así se calla de una vez.

—Te veo después, corredora. 

Con eso desapareció y mi cordura volvió a mí cuerpo.

Bueno, más o menos.

Luego de ganar, tomé todo lo que no había tomado hasta el momento con la sola intención de borrar el rastro de las manos de Chase sobre mí.

End game [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora