Capítulo 5

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Año 120 d.C. 9 años.

Un fuerte estruendo sonó al tirar al fondo del mar el cajón de Laena Velaryon. Dentro de éste estaba el cuerpo de mi tía junto mi primo que jamás consiguió nacer. Estábamos en Marcaderiva presenciando su funeral. Frente a nosotros, Vaemond Velaryon daba un discurso en Valyrio.

- Estamos aquí reunidos, en la Sede del Mar, para entregar a Lady Laena, de la casa Velaryon, a las aguas eternas, los dominios del Rey Tritón, donde él la guardará hasta el fin de los días. Al echarse a la mar para hacer su último viaje, lady Laena deja a dos hijas legítimas en la orilla. Aunque su madre no regresará de su viaje, todas seguirán unidas por la sangre. La sal fluye por las venas de los Velaryon. Nuestra sangre es espesa. Nuestra sangre es pura. Y nunca debe diluirse.

Tras un monólogo lleno de indirectas y miradas entre todos Daemon no pudo contenerse y echó una carcajada al oír esto último. Todos nos diésemos cuenta y a su vez, generó un gran revuelo. No pude evitar mirar de medio lado a Aemond, estaba tan solo a unos metros de mí, pero no podíamos hablar. Tan cerca y a la vez tan lejos. Mi madre me convenció de que no debía casarme con él. Dice que en unos años estallará una guerra y que ambos estaremos en bandos opuestos, no en el mismo. Eso es imposible, así que mejor que me vaya olvidando de él.

- Mi dulce sobrina, que los vientos sean tan recios como tu espalda. Tus mares, tan serenos como tu espíritu. Y tus redes, tan rebosantes como tu corazón. Del mar venimos. Y al mar regresaremos.

Padre me acaricio la espalda al ver que derramaba unas lágrimas. Pero la pérdida que lloraba no era la de mi tía. Al limpiarme los ojos pude sentir una mirada sobre mí, era Aemond. Me miraba preocupado y con el ceño fruncido.

Una hora después estábamos todos reunidos en un pequeño patio, con Caraxas, Bruma y Vhagar sobrevolándonos. Estábamos todos divididos en pequeños grupos, cada uno cuchicheando, yo estaba con mis hermanos cuando de pronto veo a madre llegar. El silencio llegó con ella. Todos se la quedaron mirando, y tras pensarlo un tiempo se dirigió a nosotros. Quienes estábamos en una esquina, justo al lado contrario de donde se encontraban mis tíos. Ahora mismo no me apetecía ver a Aemond.

- ¿Habéis visto a vuestro padre? - Nos preguntó madre -. Vuestras primas han perdido a su madre. Id a consolarlas.

- Yo también merezco consuelo.

- Jace...

- Deberíamos estar velando a lord Lyonel y a ser Harwin - Madre le mandó callar en cuanto dijo esas palabras y miró a su alrededor por si nos había escuchado alguien. Jace era el que peor llevaba sus muertes, lo entendía. Al fin y al cabo, era el que más apegado estaba a Harwin.

- Hijo, eso no sería apropiado. Los Velaryon son familia, los Strong no. Mirarme, ¿lo entendéis?

- Pero en parte tiene razón madre, aunque sea en privado. Pero deberíamos darle un homenaje a nuestro padre y abuelo. Se puede honrar y llorar a ambas familias. Además, cada vez se rumorea más sobre nuestro linaje - Madre me miró y tras pensarlo asintió.

- Está bien, cuando volvamos a Rocadragón les otorgaremos su espacio. De esta forma solo vosotros podréis llorarles y nadie lo sabrá. Además, es necesario que tengan su sitio para que los Dioses les cuiden.

Tras esto Jace parecía menos enfadado, así que nos cogimos de la mano y le indiqué que fuera con nuestras primas. Después decidí ir con mis tíos. Helaena estaba en el suelo jugando con una araña, en otras ocasiones me habría unido a ella. Pero me dan demasiado miedo las arañas. Así que lo siento tía, pero ahora mismo te quiero lejos. En cuanto llegué a los 2 hermanos me posicioné al lado de Aemond, quién apenas me miró. Mientras que Aegon me sonrió y empecé a escuchar a Helaena de lejos.

Until the End | Aemond TargaryenWhere stories live. Discover now