Capítulo 20

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Año 130 d.C. 19 años.

Marzo. Llevaba ya un mes en Desembarco, tras lo sucedido con Otto habían decidido no volver a sacarme de mi dormitorio bajo ninguna circunstancia. Empezaba a estar desesperada, mis días eran monótonos: despertar, leer, recibir visita, comer, leer, recibir visita, dormir.

Me sentía sin energía y no quería recibir visitas, de hecho, ya me cansaban. Helaena intentaba animarme y a veces me traía regalos a escondidas, pero le prohibían venir con mis sobrinos; Aegon no podía batallar, así que venía a verme a pesar de mis negativas y me contaba su vida o flirteaba. En cuanto a Aemond, la situación había mejorado un poco.

Ahora nos dirigíamos la palabra, el problema es que la gran mayoría de las veces acabábamos discutiendo y después follando. Parecíamos más dos amantes que un matrimonio.

Esa mañana llamé a las doncellas para que me preparasen un baño. Era una prisionera, pero Aemond me trataba como me merecía, esa parte siempre la cumplió. Una vez que estaba metida hundo la cabeza en el agua, no oía nada, no sentía nada, por primera vez en mucho tiempo era libre, tenía ganas de quedarme así hasta que los pulmones me fallasen.

Pero esa libertad acabó muy pronto, oía voces que provenían de mi dormitorio y tuve que sacar la cabeza, pasando las manos por mi cara y pelo para limpiarme el agua. Una doncella estaba delante de mí.

- Perdone princesa, le hemos intentado detener, pero...

- Márchate – Le ordena una reconocida voz y yo miro al techo, exasperada.

¿Hoy tocaba día tranquilo o de discusión?

- Espere a que la tape... - Aemond ríe al escuchar esto.

- Ni que fuera la primera vez que la veo así.

La doncella se va a regañadientes y yo apoyo los brazos en los laterales de la bañera. Aemond camina en silencio hasta que está frente a mí y me pega un repaso, aunque el agua arde siento un escalofrío al estar bajo su intensa mirada. Incluso, desde aquí, puedo notar como observa mi pecho subir y bajar de los nervios, así que aparto la mirada.

- Tenemos que hablar... - Dice y le miro, tenía la vista fija en mis pechos así que me los tapo con las manos y él me mira a los ojos, riendo -. ¿En serio?

- Déjame – No puedo evitar reír también y noto como disfruta ante mi risa.

- Espero que la próxima vez invites – Dice divertido y yo niego con una sonrisa.

- Eso solo pasa en tus sueños.

- No, ahí pasan cosas más interesantes... - Sé que el comentario no era de risa, pero a mí me dio un ataque.

Aemond me miraba confuso.

- Perdón – Dije llevándome la mano a la boca para intentar parar.

- Cuando quieras me lo cuentas – Aemond se cruza de brazos.

- Solo si prometes no enfadarte... - Aemond me hace un gesto con la mano, indicándome que continúe -. Vale... a ver... antes cuando hiciste ese comentario pensé que me podrías guiñar el ojo. Pero luego... recordé que no puedes hacerlo.

Me da otro ataque de risa y él abre la boca sorprendido, en vez de enfadarse viene a mí y me agarra de la cabeza. Veía sus intenciones.

- ¡Por favor no! – Ambos reímos y me hunde la cabeza en la bañera, sacándome a los pocos segundos.

Como venganza le salpico agua y él vuelve a hacerlo, estuvimos así varias veces hasta que le pido parar para respirar. Por instinto me agarré a su brazo y al borde de la bañera para descansar, cuando recupero el aire me doy cuenta que estaba a centímetros de su boca. No podía parar de mirar sus labios, pensando en si besarle o no, pero finalmente es él quién se separa y me ofrece la bata para que salga. Me pongo en pie y me ayuda a ponérmela y a salir de la bañera.

Until the End | Aemond TargaryenWhere stories live. Discover now