Capítulo 15

594 53 1
                                    

Año 129 d.C. 18 años.

Me despierto al notar como Aemond se mete en la cama, pero lo ignoro. Se acerca a mí y aparta con suavidad varios mechones de pelo de mi cuello, después se inclina y me da un beso en la cabeza.

— No quiero estar mal contigo... Y menos cuando se trata de política. Siempre he pensado que el trono de hierro tiene sitio para dos personas...

— ¿Por qué? - Le pregunto sin mirarle.

— Un rey solitario siempre tendrá fallos que nunca corregirá, mientras que un rey acompañado tendrá a alguien que le cuestione sus decisiones y podrá ser mejor para el pueblo.

Me quedo en silencio, tenía sentido su lógica. El trono siempre lo ocupaba una persona, jamás dos, ni siquiera con Aegon el Conquistador. Quizás... él y yo podríamos hacer historia por primera vez, juntos. Él al no recibir respuesta vuelve a su lado de la cama, pero me giro y apoyo mi cabeza en su pecho, como símbolo de reconciliación.

- Mañana volveré a Rocadragón, me da igual que no estés de acuerdo.

- Tú hazlo... pero no tengas la más mínima duda de que te volveré a traer aquí. Eres mía, ahora y siempre.

Era consciente de que una vez que coronasen a Aegon no iba a volver a Desembarco, al menos hasta que mi madre vuelva a ser reina, por eso preferí mantenerme callada. Era mejor que se auto convenciese de que iba a poder separarme de mi familia a que lo pagara conmigo. De pronto siento como empieza a acariciar mi espalda y poco a poco me quedo dormida de nuevo

__________________________________

A la mañana siguiente me despierto sola, Aemond ya no estaba en la cama y por lo que veo tampoco en la habitación. Me levanto cuando las doncellas llegan y voy al armario, sacando un vestido largo completamente negro, con un pequeño escote en V, manga larga traslúcida y cintura entallada. Las doncellas me miraron preocupadas.

— Princesa, tenemos órdenes de...

— Me da igual - las interrumpo -. Vosotras decidís a quién le guardais lealtad. Si a un rey usurpador o a la verdadera heredera. Si escogéis lo primero, marchaos, no volveré a necesitar vuestros servicios.

Me di la vuelta y empecé a desvestirme para ponerme el vestido.

— Princesa, déjeme ayudaros - Me di la vuelta y tan solo quedaba una doncella de las cuatro que habían entrado. Le sonrío y la dejo que me ayude -. Estoy de parte de su familia... de hecho, trabajé para Rhaenys.

- ¿Sabes algo de ella? – Pregunto sentada frente al tocador mientras la miro, ella niega con la cabeza sin mirarme.

- Lo único que sé es que ayer, al igual que a usted, la tenían encerrada en sus aposentos. A final de la tarde la reina fue a hablar con ella. Pero esta mañana, cuando fui a prepararla... no estaba – Dice mientras me peina.

- ¿Crees que ha escapado o que le han hecho algo? – Le pregunto y por primera vez me mira a través del espejo.

- Su abuela es demasiado inteligente como para que le hayan podido hacer algo, créame, alguien la ha ayudado a marcharse.

Eso me choca, no el hecho de que se haya fugado, sino que a ella la hayan sacado y a mí no. O que ni siquiera Rhaenys me haya mandado alguna señal, y más de todo lo de ayer. Me intento convencer de que seguramente no haya podido contactar conmigo y elimino la posibilidad de que me ha dejado aquí sola.

Cuando terminamos llevaba el pelo semirecogido con una trenza que permitía que no me molestasen mechones por la cara, también llevaba el colgante de Aemond y pendientes de plata. Pretendía ir discreta, pero afirmando el bando en el que estoy. En cuanto estoy dos guardias desconocidos me escoltan hasta el patio, había dos carruajes, en el primero se subieron Aegon y Alicent; mientras que en el segundo iba Otto, Helaena, Aemond y Daeron; su hermano pequeño, con quién nunca había hablado. Todos me miraron al ver que llevaba mis colores y no suyos, y tanto Alicent como Otto reprenden a Aemond con la mirada. Este los ignora y viene directo a mí, cuando su familia ya no le ve me dedica una sonrisa.

Until the End | Aemond TargaryenWhere stories live. Discover now