Capítulo 2

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Habían pasado algunos minutos desde que Kara se calmó, Lena no sabía que había pasado para que haya desencadenado el ataque de pánico, pero sabía que la rubia no le iba a decir hasta luego de algunos días, así que solo se conformó en seguir consolando.

Kara estaba tranquila, tenía días sin poder estar a ese nivel de serenidad, no es algo que se tenga todos los días siendo la presidenta de los Estados Unidos de América, pero cuando sucedía ella aprovechaba a absorber todo la serenidad y tranquilidad posible. Es por eso que se estaba relajando al punto de llegar a quedarse dormida encima de Lena, cosa que la pelinegra sintió.

-Kara, no puedes dormir aquí -dijo mientras la removía con suavidad. Pero ella no contestó, no quería moverse de los brazos que la hacían sentir así.

-Kara...vamos...

-Shh...quiero dormir -dijo la rubia algo adormecida.

-Por eso, tienes que ir a tu habitación, no puedes dormir aquí, Kara.

-Cállate, ¿sabías que las almohadas son cómodas y silenciosas? -preguntó en un murmullo.

-Sí, pero ¿qué tiene que ver conmigo?

-Que, de las dos funciones de una almohada, solo estás cumpliendo una, eres pésima almohada -dijo bromeando un poco.

La risa de la pelinegra era algo que a Kara le encantaba escuchar ¿por qué? Bueno por dos simples razones, la primera porque no lo hacía mucho y la segunda porque su trabajo era básicamente no mostrar emoción alguna, siempre tenía que mostrarse gélida y calculadora, por ende, casi nunca la escuchaba reírse así. Solo lo hacía cuando estaba con los niños (en lugares en donde sabía que estaban seguros y solos) o cuando estaban en círculo muy íntimo, como con su padre Lionel y Lex, o con Alura, los niños, ella y Nía.

Escucharla reír era una cosa, pero sentir el pecho debajo de ella moverse a causa de la acción era otra cosa, y eso era un sentimiento indescriptible.

-Lo siento señora, pero cumplir la función de una almohada, no recuerdo haberla leído en mi contrato.

-¿No? Pues debería releer el contrato agente.

-Lo leeré mañana señora, pero ahora tiene que irse a su habitación -dijo la pelinegra parándose de la cama, para luego tenderle una mano.

-¿Por qué no puedo dormir contigo? En la universidad después de tener un ataque de pánico, me dejabas quedarme contigo -dijo sentándose y cruzándose de brazos a modo de berrinche.

-Kara -dijo hincándose frente a ella y con voz dulce, un tono que solo utiliza cuando está cerca de los Zor-El -primero, ya no estamos en la universidad, segundo, si llegan a tu habitación por alguna emergencia y ven que no estás, se puede armar una grande y tercero, pero no menos importante, si te ven conmigo en una cama, tanto los agentes como los niños pueden asumir cosas erróneas.

-Lo sé, lo siento por la insistencia iré a mi habitación.

Antes de que se fuera, Lena la agarró de la mano y la atrajo a su pecho, rodeando la cintura de Kara, mientras sentía como la rubia la abrazaba por los hombros y escondía su cabeza ahí.

-Kara, sabes que siempre estaré para ti y los niños ¿verdad? -susurro cerca de su oído.

-Lo sé Lena, siempre me lo dices, por eso nunca he tenido dudas sobre lo que me dices, porque siempre cumples o actúas con verdad.

-Y es algo que, lo seguiré haciendo siempre para que jamás dudes de mi palabra.

Una vez se separaron, salieron rumbo a la habitación de la rubia, no había ningún agente a pedido de Kara, a excepción de Lena, quería que el área de los cuartos fuera un lugar solo de la familia, pero tampoco se sentía desprotegida porque primero estaba Lena ahí, a unos pasos de distancia y segundo, era la Casa Blanca, uno de los lugares más protegidos del planeta.

Amor bajo presiónWhere stories live. Discover now