Dritte Reich x Rusia ⚣

1.5K 65 11
                                    

No había nada que hacer en esa jodida base gris y fría, maldecía tanto la hora en la que decidió aceptar reunirse con el comunista en esa base en medio de la nada, incluso la comida era una mierda total.

Dio otra vuelta en la cama y acabó por levantarse refunfuñando, si no había qué mierda hacer en la habitación entonces saldría a caminar además de hacer un mapa mental del estúpido lugar por si necesitaba largarse sin ser visto.

Durante los primeros veinte minutos no vio nada más interesante que tanques, armamento y algunos aviones recién llegados, hasta llegar a la parte de mecánicos aéreos en donde una presencia bicolor llamó su aburrida atención. Topándose con un jovencito de cabellos plateados mal atados por una coleta baja, pantalones cafés del uniforme soviético manchados con algo de grasa oscura, guantes de cuero grueso y sin abrigo alguno que lo protegiera del frío que hacía, del que parecía no verse afectado en lo absoluto exponiendo así su musculatura ligera pero perfecta acorde a su figura esbelta.

Eso lo hizo lamerse inconscientemente los labios y apoyarse con los brazos cruzados en la pared cercana para seguir observando durante un rato más a aquél delicioso espécimen que parecía ser muy hábil en el arte de la mecánica, perdió la noción del tiempo hasta que oscureció y el jovencito aún de nombre desconocido decidió tomarse un descanso; Quitándose los guantes pesados, tomando luego una toalla para secar el sudor de su frente y estirar su cuerpo así destensándolo.

Cuando este se marchó hacia algún lado, se resignó a buscar la oficina para ver al soviético esperando que ya hubiese avanzado su maldita parte del plan, no hacía más que perder tiempo con malditas excusas de que primero debía resolver asuntos internos.

—Rusia ya te dije que estoy ocupado para eso, vuelve a tus labores –La voz del eslavo mayor fue lo primero que se oyó a la vuelta de la esquina en el pasillo donde estaba su oficina con la puerta abierta dejando ver el desorden de adentro—.

—Pero padre, reparé el avión como dijiste, yo quiero.. –Intentó argumentar el de ojos lavanda, recordándole la promesa que este le había hecho meses atrás, pero nuevamente recibiendo una negativa de su parte—.

—Ya te dije que no, ahora vete que me estás haciendo perder el tiempo en tonterías y que ni se te ocurra intentar volarlo solo. –Con voz firme el de parche dio un paso atrás y cerró de un portazo, para internarse más horas entre su papeleo—.

Rusia se frotó el rostro exasperado ante el sin fin de negativas que siempre recibía, incluso soldados más jóvenes que él ya habían aprendido a pilotar hasta bombarderos.

—...¿Qué sucede pequeño ángel, no sabes surcar el cielo? –Acercándose desde la derecha, el mentón del hermano se apoyó en el hombro ajeno, sintiendo su olor combinado a grasa motriz y perfume de lavanda—.

Y así fue como empezó, siguiéndole del Fascista acercándose cada vez más al de menor tamaño en sus paseos por la gran base, tomando cazas a escondidas para sobrevolar el cielo nocturno lejos de los radares y farolas antiaéreas que tenían. Acariciando la piel ajena con disimulo cada que le mostraba cómo debía mover los controles o algo en particular, deleitándose con tenerlo sentado sobre sus piernas a causa del poco espacio en la cabina, notando cómo el otro se le apegaba más al ganar altura.

•   •   •

Para el joven ruso el hecho de recibir atención sin reprimendas y una tutoría entretenida era más de lo que había esperado obtener de un socio de su padre, lo maravillaba el europeo con toda su inteligencia y habilidad, además del trato amable e incluso las caricias que recibía de este. Le gustaba mucho ser elogiado a la par en que la mano enguantada del rubio acariciaba su mejilla o incluso lo sostenía de las caderas para ayudarle a bajar de la cabina, sin poder evitar que en las noches sus sueños lo transformaran en un secreto que por vergüenza debía guardar para si mismo.

ONE SHOTS /Country Humans/Where stories live. Discover now