Capitulo 22.

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Jacaerys Velaryon.

Se suponía que la celebración iba a ser eso, una celebración, pero termino siendo menos eso. Habían atacado el lugar con todas las casas presentes, con su esposo presente. Instintivamente, lo que hace es llevar su mirada a Aegon, el cual se encontraba en shock aun al lado de su tío Aemond. Su boca se mueve al notar el gran peligro que en qué se encuentran todos.

-¡Aemond, corre y pon a salvo a Aegon! ¡Sácalo de aquí ahora!.- los ojos índigos de Aegon se encontraron con los míos y pude notar la preocupación como el miedo en ellos, antes de que Aemond tomara a su esposo y saliera corriendo con su hermano.

El ataque comenzó cuando los enemigos había dado un pie hacia adelante. Los gritos junto con el choque de espada es lo que sonaba en el gran salón, él se protege y asesina a los que se encuentran en su camino. Es su propia espada la que salva a su abuelo cuando casi es alcanzado por las personas de vestimenta negra, pero también es su culpa cuando algunos de estos van en la dirección donde Aegon junto con Aemond y hermano había escapado.

Una realización pasa por su cabeza, los enemigos no habían venido a por ellos, solo habían venido por su esposo. Habían venido a asesinarlo junto con los bebés que tiene en su vientre, siente un gran miedo al darse cuenta de ello. Da una mirada rápida al salón y llama a dos guardias para que lo sigan, después de todo la situación en el gran salón estaban controladas.

En el camino se encuentra con los cadáveres de los perpetradores, todos estaban muertos por una espada y sabe de inmediato que es por la espada de su tío Aemond, por lo que estaba cerca de donde estaban. Escuchar el rugido de Sunfyre le hace correr hacia él, y cuando llegan todo lo que ven es a personas quemadas hasta los cimientos, y a su esposo, abrazando a su hermano en todo momento.

-¡Aegon! ¡¿Están bien todos?!.- con pasos rápidos se acerca a Aegon y hermano, y los abraza con fuerza. Siente que todo el miedo que había estado en su corazón se calma cuando tiene a las personas que quiere cerca de ellos, pero sobre todo a su amado junto con sus bebés en una sola pieza.

-Si estamos bien, ¿Verdad?.- su esposo mira a su hermano y su tío, ambos asiente asegurando estar bien. Eso es otro alivio. Estaba a punto de decirle a todos que vuelvan a dentro, pero Aegon se había detenido abruptamente y eso lo había preocupado.

-¿Aegon?.- le sorprende cuando Aegon levanta su vestido hasta sus muslos y lleva su mano hacia abajo de este. Estaba a punto de preguntar que es lo que hacía, hasta que saca su mano y la notable sangre se hacía ver en ella; La mirada llena de miedo que su esposo le hace ponerse en marcha.-¡Llamen a un maestre ahora! Todo está bien, Aegon, todo está bien.- él dice mientras lo levanta y corre con él hasta sus aposentos mientras su hermano y Aemond van en busca de un maestre.

Es borroso todo lo que pasa después, pero está en la habitación con su esposo tratando de calmarlo mientras gime y jadeo por el dolor. Le duele ver cómo Aegon está sufriendo y tiene ganas de asesinar a cualquiera que haya planeado el incidente, porque es gracias a ellos que ahora la vida de sus bebés dependa de la voluntad de los dioses.

No pasa mucho hasta que un maestre viene y observa a Aegon en busca de saber si lo que está sufriendo es un aborto espontáneo o un parto prematuro, las dos cosas son malas noticias de igual manera para ellos. El maestre les da una mirada triste y eso hace que su corazón caiga al saber lo que significa.

-Lo siento sus altezas, pero lo que está sufriendo es un parto prematuro. Uno que es muy prematuro y que tal vez los pequeños príncipes no sobrevivan.- Escuchar eso hace que un terrible dolor atraviese su corazón y no pueda respirar.- El parto no se puede detener y tendrá que seguir en este momento. Lo siento una vez más, no puedo ser la ayuda que necesitan.- el maestre se va dejándolos con el corazón roto a manos.

Escucha un sollozo por parte de Aegon y se recuerda que en ese momento su dolor no importa, es su esposo el que necesita todo su apoyo en este momento. Y necesita ser fuerte para eso.

-Aegon...- trato de acercarme a él, pero rápidamente él se aparta.

-No, no me toques. Esto no está pasando, no está.- camina por toda la habitación mientras solloza. No puede acercarse a él, siempre lo rechaza y no le deja ni siquiera tocarlo.

Hace que el dolor en su corazón se vuelva más pesado cuando entra en labor de parto y por la fuerza hace que Aegon se acueste en la cama, para que comience a pujar.

Los gritos de su esposo nunca saldrían de su cabeza, grita con tanto dolor mientras la sangre se filtra por el vestido y él solo puede quedarse a su lado mientras da a luz. No hay ninguna partera que los ayude en esto, Aegon se había negado a que alguien más lo ayudará o estuviera presente en tal momento de dolor. Un dolor que solo debe de ser de ellos.

Estuvieron ahí por unas horas hasta que uno de los bebés salió, Aegon había llevado sus manos hacia abajo y había atrapado a su bebé. Lo puso en sus regazos mientras él lo sentía, pero en ningún momento le dio una mirada, hacia lo que fuera, para no verle hasta que su otro hijo saliera. Los gritos volvieron, pero esta vez con algunas lágrimas y al cabo de unas horas más su segundo hijo salió. Aegon hizo lo mismo que con su otro hijo y lo sostuvo en sus brazos, también negándose a verlo.

Sostuvieron a sus pequeños bebés, una niña y un niño, como Aegon había dicho. Algo amargo se mueve en su estómago por eso, pero no dice nada, solo sostiene a sus bebés sin vida. Estuvieron así unos minuto hasta que dio el permiso para que las parteras entraran junto con una mesa y vendas de sepultura. Ninguna dijo nada mientras miraban como ellos sostenían a sus bebés muertos y algunas se dieron vuelta para respetar el luto por el que estaban pasando. Nadie dice nada cuando Aegon se para de la cama y se acerca a la mesa con su vestido ensangrentado para poner a su niño; Jaehaerys y comenzar a vendarlo.

Siente como su corazón sangra cuando su esposo le dice que se acerque para hacer lo mismo con su pequeña niña; Jaehaera. Y luego siente que se rompe cuando una vez terminados de ser vendados, Aegon mira unos segundos, para luego llora desconsoladamente ante la vista que ambos estaban teniendo. Él solo puede acercarse y abrazarlo mientras las lágrimas que se acumulan en sus ojos se niegan a caer en este momento.

Los llantos de Aegon era algo que tampoco saldría de su cabeza, como los pequeños cuerpos de sus bebés tampoco lo harían. Al final de unas horas las sirvientas son despachadas cuando terminan de arreglar la cama y lo dejan solo con su esposo. Aegon había acabado exhausto por el parto y por sus llantos, que tiene intenciones en dejarlo en la cama. Pero antes de eso limpia y cambia a su esposo con sumo cuidado y lo deja en su cama para que descanse.

-Lo siento, issa jorrāelagon. Te dejaré un momento, pero volveré, lo prometo.- susurra mientras besa la frente de su esposo inconsciente y luego sale de la habitación sin hacer ruido alguno.

Al otro lado de la puerta se encontraban con su familia, la cual lo mira con dolor y pena. Odia esa mirada y odia más el hecho de que quiere desahogarse del dolor que lo está matando por dentro.

-Jacaerys…-

-Voy a dar un vuelo con Vermax, cuida de Aegon por mí solo unas horas.- es todo lo que dice para salir lo más rápido que puede de ahí. No le importa si fue grosero con su madre, solo quiere descargar todo el dolor que tiene guardado. Quiere quemarlo todo.

Llega con Vermax y se monta en él, para luego subir a los cielos con unos cuantos aleteos. No van tan lejos, busca una pequeña isla cerca del desembarco del rey, una que no estuviera habitantes, y con un grito le ordena a Vermax quemarlo todo, como el dragón que está destinado a ser. Quema toda la isla hasta que siente que el dolor desaparece por un momento y mira la isla que se había convertido en algo irreconocible, como el de su corazón.

Es allí que suelta todo, suelta el dolor que estuvo aguantando, suelta las lágrimas que había estado contenido tanto tiempo al sostener a uno de sus hijos muertos en sus brazos. Llora como si no hubiera otro día para despertar y Vermax llora con él, ambos lloran por los pequeños dragones que no pudieron ser.

Unas horas vagando, soltando sus lágrimas y quemando una isla hasta dejarla al fuego vivo, es todo lo que necesitaba para poder volver con su amante. Es Aegon el que más lo necesita, porque sabe que el dolor de su esposo será más fuerte que el suyo. Entonces vuelve con él, porque ambos están destinados a arder juntos y a llevar este dolor juntos.

Hacerlo bien.Where stories live. Discover now