Capítulo 20.

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Antes de que inicies el capítulo me gustaría pedirte que por favor no olvides dejar tus impresiones de lo que leíste👀 Eso no solo ayuda a que más lectores se animen de seguir con la novela, sino que me da ánimos para seguir pues en verdad amo leer sus opiniones. Sin más, los dejo disfrutar❤️



VIRUS LETAL

Vicenta

El lunar en forma del cuarto creciente es algo que solo le he visto a una persona, y ese es el chico que me dejó hace años. Es por eso que cuando le vi ese lunar a Bestia, Santiago, no dudé en que era él y eso me enoja.


¿Cómo pudo Esteban ocultarme información tan importante? ¿Cómo pude ser tan estúpida de no haberle visto dicho lunar cuando estábamos en Medio Oriente si incluso nos duchamos juntos? Ah, claro, estaba muy entregada en mi dolor que no reparé en detallar bien su anatomía, ni siquiera recuerdo haberle visto los tatuajes. De hecho, no sabía que tenía tatuajes en los brazos, digo, después de todo el hombre que conocí en Siria estaba demasiado peludo no solo de la barba, sino de sus extremidades. Además, seguro se colocó una base especial para ocultarlos o yo qué diablos sé.

Intento hacerme la idea de que lo que pasó ayer no fue real porque el hombre que vi golpear a mi esposo no es ni el 1% del chico que conocí, no obstante, sé que todo ha sido cierto.

Mi desconcierto viene porque el Santiago que yo conocí jamás se hubiese atrevido a gritarme o mirarme como el coronel Bestia, Cárdenas, lo hizo en la sala de interrogatorios. Parecía que deseaba matarme por haberme casado con Esteban. Pude ver el odio puro y el disgusto desfigurarle sus facciones.

«Los años cambian a las personas, estúpida», bufa Sirey en mi cabeza y, por esta ocasión, le doy la razón.

Yo tenía catorce años cuando Santiago decidió irse de la casa sin más, como si no le hubiese importado en lo absoluto. No hubo despedida, no hubo indicios de que ansiara alejarse en solitario, simple y sencillamente se marchó dejándome destrozada pues él era mi todo y compartimos tantas cosas que dolió como el infierno haberlo perdido. Aún recuerdo que por horas lo esperé a que llegara a casa de su trabajo, pero jamás apareció.

Tengo tanta rabia acumulada, tantos sentimientos encontrados por esos hombres que no he podido ni pararme de la maldita cama.

Estoy viendo el jodido techo blanco de la habitación desde hace horas sintiéndome una vil payasa y estúpida porque no puedo creer que no fui capaz reconocer a alguien que fue, es, muy importante para mí. Sin embargo, sé que estar como vegetal en la cama no me dará beneficios, así que inspiro hondo y me pongo de pie pues necesito tomar una ducha para refrescarme y calmarme, sobre todo, para poner mis pensamientos en orden.

Abro el grifo de agua helada e ingreso bajo el potente chorro sintiendo como la piel se me eriza ante el contacto. Un pequeño jadeo escapa de mi boca antes de que pegue la frente a los mosaicos para así irme mentalizando de que todo estará bien y nada va a cambiar respecto a mi relación con Esteban y Santiago.

Al final del día ambos seguirán afectándome, aunque no lo desee.

Y al final del día, nada cambiará en mi abusivo matrimonio.

Yo seguiré siendo la esposa del Monstruo, y Santiago será la Bestia que siempre voy a querer así pasen los años porque él fue mi primero en muchos aspectos. Y las primeras veces nunca se olvidan.

Tempestad 1 (Libro 2)Where stories live. Discover now