Capítulo 37.

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Antes de que inicies el capítulo me gustaría pedirte que por favor no olvides dejar tus impresiones de lo que leíste👀 Eso no solo ayuda a que más lectores se animen de seguir con la novela, sino que me da ánimos para seguir pues en verdad amo leer sus opiniones. Sin más, los dejo disfrutar❤️


SERÁS MI PRIMER Y ÚNICO MARIDO

Santiago

Vicenta luce enfurecida, dolida, confundida y poco me importa. Se me queda viendo, como esperando a que diga algo, pero no lo hago y solo le cierro la puerta en la maldita cara porque me enoja verla.

Sin embargo, mi lado irracional me hace recitar en voz alta unas palabras que ella misma me dijo hace muchos años. ¿La razón? Quiero joderla. Quiero que sienta lo que sentí al enterarme que está casada con el hombre que ahora puedo llamar enemigo. Sé que he logrado mi cometido cuando abre con mucha brusquedad la puerta para venir tras de mí.

—Repite lo que has dicho, hijo de perra —gruñe en tono oscuro y salvaje, algo que me hace sonreír con amargura. Odio repetir lo que digo, pero como deseo herirla, lo hago. Para eso me le acerco hasta acorralarla contra la pared que está al lado de la puerta, una que cierro para que nadie interrumpa.

—Serás mi primer y único marido, Santi. Jamás me enamoraré de otro. Nunca permitiré que nadie coloque un anillo en mi dedo. Te esperaré si un día te vas porque te amo. Eres el único en mi vida. Solo tú pondrás bebés gorditos y bonitos en mi vientre. Viviremos juntos. Tendremos una tortuga. ¡Solo seré tuya! ¡No seré de nadie más! —Conforme repito las palabras siento la rabia apoderarse de mí. Vicenta endurece su mandíbula—. ¿Qué pasó, Ferrer? Creí que eras una mujer de palabra, aunque, considerando lo dependiente e inútil que eras, es más entendible el por qué te casaste —rio con amargura y acaricio su mejilla con mi pulgar. Ella tiembla, no sé si de impresión o coraje.

—Eres un...

—¡Dime! —la interrumpo—, ¡¿disfrutas montarle la verga?! ¡¿Disfrutas irte a la cama con él?! ¡Apuesto que sí, mentirosa de mierda! Seguro disfrutas ser la nuera del presidente. Seguro se te hinchan los ovarios de gusto al saber que tu cazador es millonario.

—No hables de algo que no conoces —brama con los ojos llorosos—. Yo no...

—No. Tú sí —tomo su mano izquierda para sacarle el anillo de bodas. Se lo estrello en el pecho, haciéndola jadear en sorpresa porque mi golpe es duro—. Me cambiaste por esto y tienes el descaro de venir a soltarme tu verborrea estúpida. ¿Quién es el malo ahora, Vicenta? ¿Quién rompió la promesa? ¿Quién dejó a quién?

—Éramos niños...

—¡Y una verga! —la empujo, haciéndola gritar y caer en la silla que está a nuestro lado—. ¡Bien que me cabalgaste esto cada puta noche! —me agarro el miembro con brusquedad y ella empieza a sollozar—. ¡Bien que me pedías sexo oral! Así que no vengas conque éramos niños que bien que me abrías las piernas como una ramera.

—No soy una ramera.

—No, solo una mentirosa que rompe promesas porque "éramos niños."

—Santi, no...

—¡Coronel Cárdenas para ti, hija de puta! —grito con más fuerza que incluso la garganta me duele—. ¡Soy tu superior y me vas a respetar por las buenas o por las malas! ¡Ahora lárgate de mi oficina y llévate esa mierda que te une a él!

—Déjame explicarte...

—¿Me ves cara de que te estoy pidiendo una puñetera explicación?

—No...

—¡Entonces cierra tu asquerosa boca y vete!

—¿O qué? —desafía con el mentón en alto, con las lágrimas rodándole las mejillas—. ¡¿O qué?!

—¡Se me va olvidar que eres mujer! ¡Eso es lo que pasará!

—¡Pégame entonces! —Se pone de pie y da un empujón en el pecho que me hace trastabillar lo cual me sorprende—. ¡Vamos! ¡Demuéstrame qué tan mierda puedes ser! ¡Inyéctame más decepción de la que ya siento por ti!

Rabioso, alzo la mano, listo para golpearla, y ella por inercia se cubre el rostro mientras suelta un grito tan desgarrador que algo en mi cerebro se funde a la par que miro como tiembla tal cual una ramita de árbol en medio de un huracán. Bajo la mano y parpadeo ante lo que iba a hacer por sus provocaciones.

¿Qué vergas me pasa?

—Ni siquiera vales la pena para que yo haga esto —digo vencido, irritado. Me alejo a mi escritorio y paso ambas manos por mi cabello. Todo duele jodidamente tanto—. Vete.

—Sí —murmura con la voz ahogada, desesperada, absorbiendo por su nariz.

—¿Sí qué, Ferrer?

—Es Morgado —corrige con tanto veneno que me tenso. Giro a verla y noto como, en medio de su desastre emocional, esboza una cínica sonrisa que es como si me prendieran fuego—. Mi apellido es Morgado, grábatelo bien por favor. Y sí, tienes tanta maldita razón, Santiago. Disfruté como demente montar a Esteban. Disfruté tanto prenderme de su falo que jamás pensé en ti. ¿Pero sabes qué fue lo que me gustó más? ¡Qué gocé y gozo tanto del poder que me da su apellido porque el mío es insignificante!

—¿Lo ves? —le regreso la sonrisa que me sabe a puro ácido—. Siempre tengo la razón.

—Mmmm, no en todo, mi coronel. —Eso último lo dice con evidente burla—. Tienes razón en decir que de niña te brinqué encima, pero no fue por ramera, sino porque vi en ti un maldito necesitado estresado que, como buena persona, te hice el favor.

—Ah, me hiciste el favor. —Echo a reír, mis ojos ardiendo.

—Así es. Así que vamos, Santi, dame las gracias.

En mi puñetera vida había conocido a una mujer tan venenosa como ella. No sé qué es verdad ni qué es mentira para este punto, solo sé que sus palabras cargadas de ácido me impregnan cada poro de la piel de una forma que nadie jamás había podido conseguir.

Me dirijo a ella, harto de escuchar su discursito, y la tomo del brazo una vez más para sacarla fuera de mi oficina.

Está contaminándome y justo ahora no tengo tiempo para esta tontería.

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De todos los capítulos del tomo 1, siento que este es el más tóxico y doloroso entre Santiago y Vicenta. Honestamente me exaspera y decepciona la actitud de él, porque para este punto está dejando que su rabia lo domine lo cual es horrible :(

Tempestad 1 (Libro 2)Where stories live. Discover now