Capítulo II: La chica a la que el amor olvidó

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—Te amo —la chica vio los labios de su novio moverse en cámara lenta a medida que hacía énfasis en esas dos malditas palabras. Sabía que este momento llegaría, lo sabía desde el día en que le pidió ser su novia. No tenía que haber aceptado, estaba segura de que lo mismo que pasó con su antigua pareja pasaría con él, sin embargo, quiso darse la oportunidad nuevamente.

Quiso tener esperanza, deseó con todas sus fuerzas corresponder los sentimientos del chico perfecto que tenía sentado frente suyo. Admitió con pesar que no se sorprendió de no sentir absolutamente nada cuando su novio dijo que la amaba, muy adentro suyo siempre supo que su historia se repetiría de nuevo. Sencillamente, ella anhelaba el amor, pero el amor no la anhelaba a ella.

—Te... ten... tengo que ir al tocador —balbuceó parándose de la mesa con un pequeño salto sin ver a su alrededor, un mesero tuvo que maniobrar con la bandeja repleta de platos gracias a su abrupta retirada. Se disculpó con el mesero con vergüenza y calor en sus mejillas, agradeciendo en su mente a los dioses por no haber terminado embarrada de comida.

Al menos tuvo un poco de suerte en esa ocasión, no como otras tantas. Corrió al baño y se encerró en uno de los sanitarios, sacó su teléfono celular y con dedos nerviosos encontró un número que casi se sabía de memoria. Esperó bastante impaciente el tono hasta que por fin una voz amigable le contestó la llamada.

 —Lo dijo, dijo que me amaba —exclamó sin ni siquiera saludar.

—¿Estás encerrada en el baño cierto? —la voz de su amiga diciendo lo obvio le hizo poner los ojos en blanco.

—¡¿Qué hago?! —sabía lo que tenía que hacer, solo necesitaba escucharlo de otra persona.

—Emily, por favor. No sé qué clase de trauma tuviste en el pasado, pero estas conversaciones tienen que parar. Acepta el amor de Michael, dile que ahora no puedes corresponderlo y que te dé tiempo, eventualmente lo sentirás y podrás responderle —usualmente Valery tenía razón en todo lo que le aconsejaba, en todo menos esto.

—Sabes que no podré amarlo, lo intentaré, él sufrirá, yo me sentiré culpable, terminara mal... Y no, ¡no tuve ningún trauma! —Valery resopló del otro lado del teléfono.

—Entonces has lo otro que ya sabes que debes hacer, te veo en un rato —cortó la llamada dejando a Emily boca abierta, si, ella podía ser un dolor en el culo a veces, pero no esperaba que su mejor amiga se agotara tan rápido.

Después de un rato más encerrada, golpeando su cabeza contra la puerta del baño, inhaló profundamente para enfrentarse a su destino. Salió con la cabeza en alto y el corazón en la boca, quería a Michael, claro que lo quería. Pero no lo amaba. Sabía por experiencia que quedarse con él solo traería problemas, era un gran hombre al que le rompería el corazón... uno más para la larga lista de Emily.

—No tienes que responderme ahora, sé que es un poco apresurado, entiendo completamente si no sientes lo mismo —no había ni tomado asiento aun cuando Michael retomó la conversación con las palabras saliéndole a borbotones, su respiración estaba muy acelerada y el sudor corría por su frente a pesar de que el frío otoñal estaba presente.

La culpa comenzó a corroerla, pedazo por pedazo, hasta que la idea de Valery llegó a parecerle atractiva. «No, no puedo hacer eso de nuevo. Ya sé cómo terminará y no será bonito» pensó recordando a dos de sus peores rupturas. 

—Michael, te quiero —dijo sin saber muy bien cómo continuar. El aludido la vio con ansiedad en sus ojos, quería que continuara, pero al mismo tiempo no quería presionarla más de lo que ya lo había hecho—, te quiero, eres un excelente hombre. Logras hacerme reír cuando los días son grises y eres uno de mis mejores amigos.

El castigo de Afrodita [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora