⏳︎| Amor y lealtad

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ESTE CUADERNO PERTENECE A CLARENCE DOMINIC

Me tatué el nombre de mi hija encima del corazón.

Ha pasado un año desde que estoy encerrado en este lugar,tengo tantas cicatrices que no se pueden contar, tampoco puedo contar las que llevo dentro, esas son más dolorosas y punzan todo el tiempo desangrándome una y otra vez. El recuerdo es lo que me mantiene vivo, no quiero olvidar nada de lo que pasó sin importar que duela como si me atravesaran con una espada.

Recuerdo la primera vez que me enteré que iba a ser padre, no hubo miedo ni remordimiento, sentimientos que si se habían apoderado del rostro de Bailey; todo lo que nació dentro de mí fue un furioso y gran sentimiento de protección y determinación. Lo que crecía en su vientre era mío, nuestro. Merecía toda la protección, lealtad y amor del mundo. Puedo rememorar a la perfección la primera ecografía, la primera patada en su vientre, todas las veces que dormí sosteniéndola por el vientre con el miedo asesino en el pecho que me gritaba que me la iban a arrebatar.

Es lo que hace la vida, te quita, te quita y te quita, hasta dejarte sin nada. Una y otra vez jugué a un juego al que no pude ganar y no fui más que un peón que fue derrotado en los primeros dos movimientos. Pensé día y noche en una solución que me ayudara a mantener mi familia completa.

Porque eso era lo que eran: mi jodida casa, mi familia, mi paraíso.

Pero Yvaine Hervé Vandery no pudo ver la luz del sol y, aunque su madre fue la que cometió el acto de asesinarla al final fueron mis mentiras el impulsor principal de que su vida ni siquiera iniciara.

Un ángel que no estaba preparado para el mundo tan oscuro que iba a rodearla.

La primera mentira fue no decirle la verdad acerca de Madyson y dejarla creer que la había usado para luego desaparecer. Nunca le dije que mi padre me había enviado a una academia militar como castigo.

En la base científica todo olía a moho y podredumbre. Fui convertido en nada, con un horario de mierda, entrenamientos fuera de este mundo y tres comidas al día que solo tenían la función de volverme más animal, más sangriento, más fuera de sí. Había aprendido a luchar como un profesional para mantenerme con vida, había aprendido a engañar, a obtener información, a ser el rey del silencio, de los engaños y todo para sobrevivir.

Lo único que se me permitió luego de tres meses fue usar una maldita máquina de escribir e intercambié cartas con la única persona que no conocía: Madyson Teyb. Mi media hermana. La chica que no era nada de lo que aparentaba ser. La Madyson arrogante, insensible y superficial ni siquiera existía, lo que sí había dentro de ella era mucha fiereza, le gustaba golpear primero pero porque era la única manera que había aprendido para defenderse; a pesar de que nacimos en situaciones diferentes, crecimos con los mismos problemas de confianza y los pensamientos profundos. Llegué cuando ella tocó fondo, y ella llegó cuando yo necesitaba un aliado que su lealtad no estuviera sujeta a otros.

Confiaba en Atón, pero la confianza no tiene nada que ver con la lealtad, alguien puede amarte demasiado, pero en la vida todo es una cadena alimenticia y alguien puede estar encima de ti en ella. Atón era mi mejor amigo, pero su lealtad estaba con la chica de tutú blanco y cabello rubio que lo tenía dando vueltas en su maldito dedo.

Aquellas veintiún cartas me permitieron conocer a la Madyson que nadie conocía, la que se aferró a la última brasa de vida y se permitió confiar en mí. De esa manera entró en mi círculo de las pocas personas que me importaban, con quien empecé a compartir cierto vinculo que a veces se sintió irreal, como si siempre hubiese existido. Como si siempre estuvo ahí.

El rey de las mentiras I  | [Trono Envenenado I ] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora