⏳︎| 21. Tórculo

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Todo el que ama a Evander que diga presente:




BAILEY VANDERY

Dos horas en auto desde Liechtendachs nos llevaron a una localización escondida rodeada de altos muros de piedra que escondían una gran y alta propiedad, sin tener éxito en esconder los picos de dicho castillo. Yvaine sostenía mi mano con fuerza y miraba todo lo que le rodeaba con el brillo de la inocencia y emoción ante un lugar nuevo, vivió siete años encerrada en un internado ruso, era su primera experiencia viajando lejos de todo lo que conocía. Donatello se colocó a nuestro lado, los hombres se alinearon y, luego empezamos a caminar hacia la propiedad.

—¡Es un castillo, mami! —gritó la niña emocionada, llevándome más de prisa sin querer soltar mi mano.

—Te dije que todas las princesas merecen uno —respondió Donatello en su lugar guiñándole un ojo, Yvaine se rió de forma preciosa y sus mejillas se encendieron.

El lugar estaba bien cuidado, como si nunca dejó de tener gente en el dándole vida, cuando tenía años sin ser habitado más que por quienes quedaron para cuidarlo. Sus paredes blanco hueso contrastaban con el azul real de las cortinas y los lazos grises, en el suelo podía ver de forma perfecta mi reflejo y todo estaba bordeado de lujo en oro y de piedras que brillaban gracias a los rayos de sol que hacían su última función del día.

Siempre viví en jugares grandes, la mansión Vandery en Greenwich lo era, pero el lugar que pisaban mis pies era simplemente majestuoso, se sentía cálido, como si...como si hubiese sido levantado con amor.

—¿De quien es está propiedad? —pregunté, no hubo necesidad de responderme, un gran pasillo se abrió delante de nosotros luego de la gran sala de bienvenida con las fotos de los Dachs Vandery desde el más antiguo hasta el último de ellos. Me quedé delante de la foto de Even y Julietta, era un precioso retrato real, con ambos llevando sus coronas pesadas y trajes que lucían antiguos y sofisticados, Julietta había sido preciosa, Yvaine tenía muchas cosas que había sacado de ella, desde el cabello anaranjado hasta la forma recta de la mandíbula y los labios el parecido me sorprendió.

Ella no se parecía a Julia se parecía a su abuela.

Sin embargo, Donatello y yo eramos la viva imagen de Even, teníamos su cabello negro y sus labios gruesos, así como el arco de las cejas y de las orejas, parecíamos una copia al carbón el hombre. Era extraño de ver, no sabía que sentir, no los recordaba como lo hacía Donatello, pero la ira estaba presente, la ira con todo lo que había pasado que los había convertido en nada.

Los reyes que fueron vencidos por una asesina llena de venganza.

Tomé a Yvaine en brazos y señalé la foto delante de nosotros.

—Mira, son tus abuelos. Te pareces a ella, ¿lo ves?

—Era muy preciosa mami, ¿tendré una corona como ella? —Yvaine pegó sus dos manos del vidrio del retrato y acercó su rostro para verlo super de cerca, sonrió, como si lograra ver algo que yo no en el arte —.¿Se amaban mucho verdad? La maestra Volkova dice que los ojos brillan cuando amas. ¿Los ojos de mi papá brillan cuando te ven?

—Supongo que si.

—¿Van a brillar mucho cuando me vea?

—Estoy seguro que parecerá una puta estrella cuando te vea. Te ama desde el segundo uno en que supo de tu existencia, Yvaine.

El rey de las mentiras I  | [Trono Envenenado I ] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora