Capitulo doce;

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MARFIL MARTÍNEZ

—Nene, son las diez y media—digo intentando despertar a Pablo por tercera vez en la mañana. —Que sea tu día libre no significa que puedas dormir hasta las tantas, que has quedado con tus padres y tú hermana para comer.

Él se revuelve en la cama haciendo el remolón mientras yo le acaricio el pelo suavemente.
Yo me he despertado temprano, ya he desayunado y acabo de salir de la ducha por lo que sigo en toalla.

—Es que se está tan a gustito en tu cama, encima sigo muerto por el entrenamiento de ayer—dice él con voz ronca mientras apoya su antebrazo encima de su cara para taparse y que no le moleste la luz.

Está sin camiseta y los músculos de los brazos se le marcan por la postura en la que está.
Me muerdo el labio ansiosa ya que llevo a dos velas desde el día que conocí a sus padres y tenerlo así en mi cama no ayuda demasiado.

Sonrío cuando se me ocurre una idea para que despierte si o si. Me subo a horcajadas encima de él, a pesar de estar en toalla y no tener nada por debajo.

—¿Ya provocando a estas horas de la mañana?—pregunta él mientras veo cómo se le asoma una sonrisa en el rostro pero sigue sin abrir los ojos.

—No sé, dímelo tú Gavira—le susurro yo al oído antes de atrapar el lóbulo de su oreja con mi boca.

Él jadea mientras noto como su polla se endurece contra mi coño desnudo, ya que ahora mismo solo nos separan sus bóxers negros.

—Santa mierda Marfil—gime cerca de mi rostro antes de notar como una de sus manos se cuela por dentro de mi toalla para acariciar mis pezones ya endurecidos.

Gimo por su contacto mientras noto como me empiezo a mojar. Muevo lentamente las caderas encima de él para intentar aliviar lo cachonda que estoy en estos momentos.

Siento como sus pupilas dilatadas por el deseo se clavan en mi mirada antes de cogerme por el cuello para estampar sus labios con los míos.

Nos devoramos con deseo mientras los dos soltamos pequeños gemidos en la boca del otro por el roce de nuestras intimidades y sus dedos rozando mis pezones. Siento como la toalla enrollada en mi cuerpo se deshace quedándome desnuda completamente delante de él. Veo cómo se separa de mis labios para mirarme de arriba a abajo con esa mirada depredadora.

—Joder, es que eres perfecta Elefante—dice con voz ronca haciéndome sacar una sonrisa.

—No seas moñas—me río yo mientras noto como acaricia mi pelo con una sonrisa tonta.

—Solo tú sacas esa faceta de mi.—susurra contra mis labios antes de volver a enredarnos en besos apasionados.

Siento sus manos agarrar mi culo ayudándome así a moverme encima de él con destreza. Muerde mi labio inferior haciéndome gemir antes de bajar sus besos por mi mandíbula hasta llegar a mi cuello.

—Sigue moviéndote tan bien encima de mi polla y no tardaré más de dos segundos en follarte hasta que todo el puto hotel te escuché gritar mi nombre.

Ave María, Madre de Dios.

Suelto un gemido alto cuando mi clítoris roza con su dureza al mover las caderas más rápido encima de él y al sentir como mordisquea mi cuello.

—Por favor Pablo...—le ruego entre gimoteos.

Siento como rueda en la cama dejándome a mi abajo y yo aprovecho para pasar mi lengua por su cuello escuchándolo así gemir.

—Dime porfavor que esta vez sí que tienes condones—su mirada me taladra mientras puedo ver un atisbo de sonrisa en sus labios.

—En el primer cajón de la mesilla—respondo yo con una sonrisa.

EVITERNO ; pablo gavi.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz