Epílogo

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diez años después.

MARFIL MARTÍNEZ



Siento las suaves caricias del individuo con el que duermo todos los días en mi barriga abultada. Abro los ojos acostumbrándome a la claridad que entra por la ventana de nuestra habitación antes de girarme para mirar al sevillano que está acostado a mi lado en la cama.

Está guapísimo, como cada puta mañana, con su pelo castaño revuelto y una incipiente barba que me trae por el camino de la perdición.

Buenos días, mi amor.—susurra sonriente mientras me estrecha contra sus brazos sacándome una sonrisa de primera mañana. —¿Como estás hoy, tienes hambre, sed, necesitas algo...?—pregunta preocupado haciéndome soltar una risa.

—De momento estoy bien cari, ya me harás de mayordomo en otro momento.—lo vacilo yo con una sonrisa haciendo que él ruede los ojos sin quitar la sonrisa de la cara.

—Como tú estás demasiado graciosa esta mañana me voy a ir a hablar con hija, a ver si ella me hace más caso que su madre.—dice antes de meterse debajo de las sábanas.

Me levanta la camiseta antes de notar como da un suave beso en mi vientre abultado y escucho como empieza a hablarle en voz baja al bebé que hay dentro de mi barriga.

—Amor, se está moviendo.—le digo sonriente cuando noto como me da una pequeña patada.

Pablo sale de debajo de las sábanas todo alterado y a mi me causa entre gracia y ternura verlo tan emocionado, ya que no es padre primerizo pero tiene los nervios de como si lo fuera otra vez como cuando tenía veinticinco años.

—¡Ay que emoción, cari. Eso es que le gusta la voz de su padre!—dice orgulloso sacándome una risa mientras vuelve a su posición inicial mientras me abraza. —¿Tú estás bien no?, ¿Te duele o algo?—pregunta preocupado mientras me coge de las mejillas.

—Pablo, que no empieces con los agobios que solo estoy de seis meses y estoy bien.—lo tranquilizo yo mientras le doy un pico en los labios. —Además, ni que fuéramos padres primerizos, cariño...

—Con los nervios a veces se me olvida, Elefante.—dice él haciéndome soltar una carcajada antes de mirarlo a los ojos mientras esbozo una sonrisa tonta.

—Pues como para que se te olvide teniendo a los dos terremotos que tenemos como hijos—le digo sonriente mientras me acerco más a su rostro. —Aún me extraña que siga habiendo tranquilidad un sábado a las diez de la mañana.

—Hay que aprovechar el momento entonces, que pocos tenemos porque Oli se nos cela.—susurra con una sonrisa ladina mientras roza sus labios con los míos.

Lo miro a los ojos con una sonrisa antes de pegar mis labios a los suyos con decisión.
Su boca se enreda con la mía haciéndome sentir las ya habituales mariposas en el estómago que llevo sintiendo desde que lo conocí hace ya doce años. Mis manos agarran su nuca pegándolo más a mi mientras siento una de sus manos acariciarme la barbilla suavemente.

No puedo evitar jadear cuando su lengua encuentra la mia y su mano baja hacia mis pechos, que están demasiado sensibles por el embarazo, además que tengo las hormonas completamente desbarajustadas. Muerdo su labio ligeramente antes de empezar a besar su mandíbula lentamente e ir bajando a su cuello.

EVITERNO ; pablo gavi.Where stories live. Discover now