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Minho me comentó en el huerto que iba hablar con Zart, Sartén y Winston para que nos acompañaran al laberinto por el penitente que había asesinado Thomas. Al principio creí que se negarían rotundamente por miedo al laberinto, pero al verlos llegar decididos a profundizarse en un lugar peligroso y armados,  supe que había perdido una apuesta.

Minho me miró con una sonrisa llena de victoria y orgullo. Bufé y rodee los ojos.

Iugh. Ahora no sé si es asqueroso cuando estaba vivo o ahora que está aplastado. —me asquee al ver que las tripas del penitente sobresalían de los muros.

—Concuerdo. —dijo Zart, de la misma forma que yo.

—Hay algo ahí adentro. —murmuró Thomas.

—¿Además del puré de penitente? —preguntó Sartén.

Efectivamente, había una luz roja que sobresalía del cadáver del penitente. Me alarmé al ver que Minho se acercó, parecía dispuesto a meterle la mano a esa asquerosidad.

—Oye oye, ni se te ocurra meterle la mano a…—ni me dejó finalizar de hablar cuando ya estaba introduciendo su mano al cadáver —. ¿Para qué me molesté en hablar?

Todos nos espantamos cuando el penitente se movió, de un tirón aparté a Minho del penitente.

—¿No dijeron que estaba muerto? —cuestionó Sartén.

—Pudo ser un reflejo. —supuso Zart.

—Espero. —dijo Winston.

—Intentemos verlo. Ayúdenme. —los chicos asintieron ante mi propuesta.

Entre todos agarramos la pata del penitente, tiramos con fuerza la pata, duramos así por unos segundos hasta que accedió a salir, pero tanta fue la fuerza que hicimos que caímos al suelo una vez que salió.

—¿Estás bien, Karma? —preguntaron Thomas y Minho al tiempo, ambos ofreciéndome la mano para ayudarme a levantar. Minho no dudó en lazarle una mirada de odio a Thomas, este inmediatamente bajó su mano y se apartó mirando al penitente.

—Tranquilo, precioso. No te pongas celoso. —lo calmé, acepté su mano y él rodó los ojos.

Me ayudó a levantarme del sueño y me acerqué al penitente, de sus tripas salía un aparato que parpedeaba una luz roja, lo agarré asquienta y saqué el aparato aguantando las ganas de vomitar.

—¿Qué es eso? —me preguntó Thomas.

—Eehh, ni la menor idea. —confesé.

Voltee el dispositivo, unas letras y número fueron marcadas. Eran unas iniciales C.R.U.E.L; fruncí el ceño pasando las yemas de mis dedos por las iniciales, eché mi cabeza para atrás al sentir un gran dolor de la cabeza e imágenes que antes eran borrosas para mí, volverse claras y recordando hasta el más mínimo detalle.

Escuchaba las voces preocupadas de los chicos llamarme a lo lejos y justo cuando mis piernas fallaron, unas brazos fuertes me atraparon. Había sido Minho, el cual se veía preocupado y desesperado, pero fue ahí cuando recordé la creación de los penitentes.

—Doctor Anicchiarico. —llamé a un hombre esbelto, calvo y de una tez oliva. Al escuchar mi voz él se volvió con una enorme sonrisa en su rostro.

—¡Il mio prezioso karma! —exclamó el alegre hombre, sonreí e hice una ligera reverencia—. No seas tan formal, mia figlia. ¿Lograste encontrar más niños?

—Así es. Ya los llevé al laboratorio —respondí—. ¿Cómo va con los mejoramientos de los penitentes?

El doctor Anicchiarico me pasó una tableta con los diseños de los penitentes, unas notas con sus mejoramientos y advertencias.

𝐔𝐍𝐓𝐎𝐔𝐂𝐇𝐀𝐁𝐋𝐄, maze runnerWhere stories live. Discover now