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—¡Brenda! ¿Estás bien? —preguntó Thomas.

—Sí. —balbuceó la chica, atontada por la caída.

—¡Bien! ¡Buscaré la forma de bajar! —avisé, quitándome la chaqueta y dándosela a Thomas —. Tú quédate aquí.

—No. Iré yo. —dijo Thomas.

—Tengo más experiencia en esto. —aclaré. Observé a Brenda, que estaba asustada por la gran altura en la que estábamos —. ¡No te muevas! Thomas, en caso de que llegue un crank, defiendete con la daga.

Le entregué la daga. Me agarré de la puerta y con ella me impulsé a un mueble con el que me agarré y le extendí mi mano a Brenda.

—Dame tu mano. —pero ella no alcanzaba sin tener que moverse.

Arriba escuchamos un gruñido seguido de los quejidos de Thomas, que peleaba con un crank. El cual causó un impulso que ambos cayeron a dónde estábamos, por suerte Thomas logró sujetarse de la puerta, pero el Crank cayó dónde estaba Brenda, que comenzaron a pelearse.

—¡Karma! —gritó Brenda.

—¡Dame tu mano! —extendí mi mano lo más que pude, ella gateó y extendió su mano, pero seguía sin alcanzarla.

—¡No te alcanzo! —gritó.

—¡Cuidado, Brenda! —gritó Thomas, aún sosteniéndose de la puerta.

El crank se le lanzó encima y comenzaron a forcejear, cogí una barra de metal y me lancé a otro ventanal que estaba en buen estado. Agarré la mano de Brenda y rompí el cristal en la que ella y el crank se encontraba. Ella no se lo esperó por lo que soltó un grito. El crank cayó.

—¡No me sueltes! —suplicó ella.

—¡Karma! ¡Brenda! —gritó Thomas.

—¡La tengo! —respondí.

—Podremos bajar por aquí

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—Podremos bajar por aquí. Vamos. —avisó Thomas.

Habíamos salido del edificio y caminábamos por un callejón sucio y maloliente.

—¿Escucharon eso? —preguntó Thomas.

Ambos volteamos y vimos que Brenda se había sentado en el suelo rompiendo un pedazo de tela.

—¿Estás bien? —le pregunté acercándonos a ella.

Ella alzó su pantalón dejando ver la mordida de un crank...aunque qué pésima mandíbula tenía el pobre, sus dientes de abajo estaban para nada coordinados con los de arriba.

Parpadeé varias veces antes de intercambiar miradas con Thomas. Ambos estábamos preocupados.

—Hoy no...—murmuró la chica.

—Brenda...—balbuceó Thomas, ella nos miró con tristeza y angustia.

—Sí, sí. Lo sé —envolvió su pierna en el pedazo de tela y se levantó —. Hay que buscar a Marcus.

𝐔𝐍𝐓𝐎𝐔𝐂𝐇𝐀𝐁𝐋𝐄, maze runnerWhere stories live. Discover now