𝐔𝐍𝐓𝐎𝐔𝐂𝐇𝐀𝐁𝐋𝐄, maze runner

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀O11.

—¡Ja! ¡Le di! —exclamé eufórica al darle en la cabeza al penitente con un cuchillo que estaba por llevarse a Alby y a Jeff. Pero no duró mucho tiempo mi gloria porque no lo maté, pero sí di el tiempo suficiente como para escondernos en la sala de mapas.

Saqué mi daga de la bota derecha y estuve atenta a todos los datos, dejando a Chuck estar detrás de mío para protegerlo. Nos movimos al lado opuesto en dónde se encontraba el penitente, quien parecía una enorme y molestosa araña en el techo. Al parecer leyó mi pensamiento ya que incrustó su aguijón en el techo y agarró un palo, pero al hacer eso, parte del techo se vino abajo.

Minho me rodeó con sus brazos protegiéndome de los escombros, pero los demás sí recibieron el impacto.

—¡Ayuda! —gritó un chico que intentó meterse por debajo, pero fue arrastrado por un penitente.

—¡Chuck! —grité al ver que fue agarrado por un penitente. Agarré su mano, pero era muy fuerte que se me resbalaba, gracias a Thomas, Newt y Minho no se me había escapado.

—¡Chuck, no te sueltes! —gritó Thomas.

—¡Obvio no! —le respondió. 

Alby agarró un cuchillo y comenzó a cortar el aguijón con demasiada furiosa, hasta que lo soltó.

—¿Estás bien, cielo? —le pregunté a Chuck, que cayó en mis brazos.

—Sí —dijo, Minho me ayudó a levantarme y Thomas a Chuck —. Gracias, Alby.

—¡Alby, cuidado! —gritó Thomas, otro aguijón apareció en el techo y agarró a Alby. Thomas fue el primero en reaccionar y en sujetarlo, y yo lo agarré del otro brazo.

—Thomas, sácalos de aquí —dijo, para después mirarme—. No eres un monstruo, Karma. Nunca lo fuiste.

—¡Alby! —grité al ver que se lo habían llevado.

—¡No salgan! —gritó Teresa, cuando salimos de la sala.

Al salir todo el Área estaba destruida y los penitentes se habían ido. A lo lejos vimos tres figuras caminar hacia nosotros apresurados por el caminado de uno de ellos supe que era Gally, pero se veía muy enojado.

—Gally...—No dejó terminar a Thomas porque lo abofeteó, no siguió golpeándolo porque lo sujetaron.

—¡Mira lo que hiciste! —gruñó Gally.

—¡Atrás, Gally! ¡No es su culpa! —dijo, Minho.

—¡Oyeron a Alby! ¡Es uno de ellos! —recordó —. ¡Lo enviaron a destruir todo y ya lo hizo! ¡Mira a tu alrededor, Thomas! ¡Es tu culpa!

—¡Déjalo en paz! ¡No es su culpa! —le grité.

—¡Destruyó todo lo que construimos! —gruñó.

—¡Thomas! —gritó Teresa, nos volvimos y vimos a Thomas con el aguijón del penitente incrustado en su vientre.

—¡Chuck, trae la otra jeringa! —grité.