Es mi culpa

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Sucesos después de cielo estrellado en adelante.

Gavi

Nada de esto iba a terminar bien, todo lo que sucediera luego de haberme declarado a Pedri iba a hacer mi culpa.

Verlo tan tranquilo mientras  dormía, su respiración suave, su cabello desordenado, no podía negar que él era atractivo. Me levanté de la cama y salí al balcón, el cielo era todo un espectáculo, el lugar en donde nos encontrábamos también lo era.

—Tengo que terminar con esto —me dije a mi mismo.

Volví a la cama, apesar de no tener sueño tenía que intentar descansar, los minutos pasaban, mis párpados empezaban a pesar hasta que cerraron y pude caer dormido , esperaba que al día siguiente mis pensamientos estuvieran más claros.

Unos toques en la puerta me despertaron.

—Pedri, ve a abrir la puerta —siguieron tocando la puerta—, Pedri...

Empecé a abrir los ojos y Pedri no estaba en la cama, fui a ver en el baño, pero tampoco estaba ahí y fui a su habitación, revise toda la suite y no lo encontré, me sentí preocupado, regresé a mi habitación y busqué mi celular, marqué su número, pero daba el buzón, me empecé a preocupar más.

Fui nuevamente a su habitación y revisé el ropero y no se encontraba su ropa y tampoco estaba su maleta, mierda se había ido, recordé que estaban tocando la puerta y fui a abrirla cuando noté una nota pegada en la puerta principal, lo leí y sentí como si un balde de agua helada me cayera encima.

Salí de la suite, el ascensor estaba ocupado y corrí por las escaleras, esperaba poder alcanzarlo, llegué a la planta baja e iba a ir a preguntar al guardia de seguridad si lo había visto salir, pero mi mirada se fue al ascensor y la imagen que ví no fue la más agradable.

—Pedri... —su nombre fue lo que primero que pudieron articular mis cuerdas bucales.

¿Por qué sentía un asco en el estómago? ¿Por qué me dolía verlo besándose con otra persona?

No podía ser cierto, la razón por la que estaba aquí no tenía nada que ver con sentimientos, bueno eso es lo que me decía a mi mismo, dicen que cuando te repites algo varias veces la mente se lo cree.

Jamás me imaginé estar en está situación, aunque no entiendo ¿por qué me duele haber escuchado que son pareja? o ¿por qué una lágrima cayó por mi mejilla?

Cuando le dije que se fuera no pensé que lo haría, tuve una esperanza de que me diría que todo era una broma, nos volveríamos a dormir y ya, pero que estoy diciendo.

Luego de verlo irse del hotel, regresé a la suite, iba a empacar mis cosas e irme para mi casa, pero si volvía, mi hermana me haría varias preguntas y lo único que quiero en este momento es estar solo, además Pedri ya había pagado dos días más aquí y no podía tirarlo a la basura.

Mi celular empezó a sonar.

—¿Ya son novios? —preguntó.

Lo que me faltaba.

—Sí, hasta me propuso matrimonio, nos vamos a casar en dos meses y tenemos pensado dejar el fútbol, adoptar dos niños y una niña e irnos a vivir lejos, en un lugar donde sólo estemos nosotros sin nadie que nos moleste —dije con sarcasmo.

—Vamos tío, deja ese actitud y cuéntame que tal van las cosas.

—Él se ha ido y ha regresado con su anterior pareja.

—Te queda poco tiempo —dijo y colgó la llamada.

Gran amigo el que tengo, me fui a dar una ducha y me vestí de forma cómoda, salí a despejarme un poco.

—¿Dónde está Pedri? —escuché que preguntaron a mis espaldas.

Me di la vuelta y vi a Amber.

—Se fue a su casa —contesté sin muchas ganas de entablar una conversación.

—Es una pena.

Me di la vuelta y seguí caminando, no quería hablar con ella, en realidad no quería hablar con nadie.

                      *****

No tuve ganas de quedarme más tiempo en Tenerife, no quería tener que ver a Kai y Amber, así que por la noche había tomado el vuelo para regresar a Barcelona.

Toqué el timbre por tercera vez y al fin abrieron la puerta.

—¿Pablo? ¿Qué haces aquí?

Se hizo a un lado para que yo pudiera entrar.

—Es mi casa, no tengo ganas de hablar, si quieres hacerme alguna pregunta las puedes hacer mañana, estoy muy cansado.

Subí las escaleras con mi maleta, al llegar a mi recámara me tiré en mi cama, me sentía agotado, escuché unos pasos acercándose.

—Te dije que mañana podíamos hablar —le dije.

—Bien, pero mañana no te vas a escapar —advirtió y salió cerrando la puerta tras de sí.

Me levanté y me fui a poner una pijama para luego caer totalmente rendido en mi cama.

Inesperada derrota (Gadri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora