Capítulo X

180K 19.5K 29.5K
                                    

X - NOCTURNAS


—Oye... ¿cuánto tiempo vamos a quedarnos así? —pregunta Jane—. No es por interrumpir el momento existencial, pero se me está durmiendo el brazo.

Bajo la mirada, confusa, y me doy cuenta de que todo el rato que hemos pasado en el banco le he estado sujetando el antebrazo con fuerza. La suelto de golpe, alarmada, y me arrastro lo más lejos posible.

—Perdón —musito.

—No lo decía para que te apartaras.

—Ah, bueno...

La verdad es que no sé qué más decir. Al final, me quedo mirando al frente y punto. Noto que Jane me observa, pero tarda en decir alguna cosa. Aun así, sé lo que le cruza la mente.

—He tenido un problema en clase —murmuro, para que se ahorre la pregunta—. En realidad... otra persona lo ha tenido conmigo.

—¿Quién? —pregunta, confusa.

—Una chica. Da igual, tampoco es que la conozca demasiado.

—Si te tiene así, no creo que dé tan igual.

Suspiro y me froto la cara con las manos.

—Siento haberte obligado a venir para nada, es que...

—Oye, estoy todo el día aburrida en mi casa porque nadie quiere contratarme —replica con media sonrisa—. Por lo menos, así estoy entretenida.

—Así que solo soy tu entretenimiento, ¿eh?

—Básicamente.

—Tú también podrías ser el mío. Creo que necesito una distracción.

—¿Y qué mejor distracción que volver a clase?

—No sé...

—Vamos, no puedes dejar que una idiota detenga tu vida. ¿Quieres que vaya contigo y le doy una patada?

—Creo que no hará falta —aseguro con media sonrisa—. Pero sí, quizá debería volver a clase.

—Exacto. Venga, ve corriendo, antes de que te lo pienses mejor.

—Si tengo que correr, prefiero quedarme aquí sentada durante lo que queda de año.

De todas formas, le hago caso y me encamino de vuelta a clase. Le ofrezco acompañarla a casa, aunque Jane me asegura que tiene que hacer unos recados y se queda donde nos hemos encontrado.

El día se me hace eterno, pero por lo menos nadie me dirige la palabra. Hago un esfuerzo por no entablar contacto visual con nadie y evito a Rebeca a toda costa. Después, vuelvo andando a casa. Supongo que Johan, el psicólogo, no ha dicho nada a mis padres; no se comportan como si hubiera pasado nada fuera de lo normal.

También podrías decírselo tú, ¿eh?

Peeeero no me interesa hacerlo.

Comer con mis dos tíos resulta ser más entretenido de lo que puede parecer e incluso me enseñan los arreglos que le han estado haciendo a mi pobre moto. No sé si está peor que cuando yo la destrocé, pero aun así sonrío y asiento con toda la convicción que puedo reunir. No quiero desilusionarlos.

Me paso la tarde en la tienda y, al volver, me encierro en el estudio para tocar el piano. No es que esté muy inspirada, pero decido grabarlo de todas formas para luego subirlo. Dudo que este vídeo tenga tantas visitas como el otro —es otra pieza clásica—, pero por lo menos me entretiene por un rato.

La primera canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora