Capítulo XII

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XII - FUEGOS ARTIFICIALES


En cuanto Tommy aparca el coche en la calle paralela a la casa de Ashley, yo respiro hondo. En lugar de bajar, se queda recostado en su asiento y respeta que yo esté intentando no morirme de un ataque de nervios.

Supongo que, para darme un poco de privacidad, se dedica a contemplar a la gente moviéndose hacia la fiesta.

—Parece que seremos muchos —comenta con casualidad—. Taaaaantos que, si hubiera alguien que no te cae bien, quizá ni te cruces con esa persona.

—¿Eso es para consolarme?

—Sí. ¿Funciona?

—Mucho. No pares, por favor.

—Tantos años esperando que me dijeras eso..., y me lo dices en este contexto.

Sonrío y le doy un golpe en el hombro. Él finge que le ha dolido y, cuando me ve más calmada, se baja del coche. Me obligo a hacerlo mismo.

Me alegra que Tommy esté aquí. No solo porque me gusta estar con él, sino porque le encantan las fiestas. Sé que va a disfrutarlo mucho más que yo, y así por lo menos no siento que estoy echando a perder mi invitación.

Se ha arreglado especialmente: lleva puesta una camiseta negra, unos vaqueros y se ha echado el pelo rubio hacia atrás. O se ha visto Grease hace poco, u hoy estaba muy inspirado.

En cualquier caso, funciona.

Cuando me ofrece un brazo, lo tomo sin siquiera pensarlo. Y así avanzamos hacia casa de Ashley.

—Bueno, ¿cuál es el plan? —pregunta—. ¿Hay que placar a la Jules esa si la vemos? ¿Yo la sujeto y tú le pegas?

—Vamos a intentar ignorarla... por ahora.

—Me gusta cómo suena eso último.

—¿Cuál es tu plan? —pregunto con curiosidad, a lo que él se encoge de hombros.

—Emborracharme no, porque luego tengo que conducir.

—Yo tampoco beberé mucho... No quiero seguir preocupando a mis padres.

Supongo que es pronto para dejar tan claros los parámetros, porque en cuanto pisamos la casa abierta de Ashley, me doy cuenta de que probablemente voy a necesitar una bebida o algo parecido para no morirme de los nervios. Está llena de gente. Llenísima. A algunos los reconozco del conservatorio, a otros no los he visto en mi vida... Me sorprende momentáneamente ver que Tommy saluda a unos cuantos con grandes sonrisas, pero luego recuerdo que es esa clase de persona que tiene amigos en cada rincón del planeta.

Me gustaría ser, pero no soy.

La masa de gente me impide ver más allá de lo que tengo justo delante, y no me muevo hasta que Tommy me tira del codo en dirección al salón. Lo cruzamos sin que pueda ver demasiado de la decoración, y finalmente llegamos a la puerta trasera de la casa. Resulta que Ashley tiene un jardín trasero bastante grande y toda la gente está desperdigada por el césped, jugando, riendo o simplemente tumbados mirando las estrellas. Una hilera de farolillos guía el camino de piedra que conduce a una zona de barbacoa, y ahí veo a la cumpleañera charlando con un grupo de amigas.

—¿Y si la saludamos más tarde? —pregunto por encima del ruido de la música.

Tommy no lo cuestiona demasiado, sino que va directo a una mesa de plástico que hay al fondo del jardín. Ambos nos ponemos a rebuscar hasta que encontramos una botella de refresco, y sirvo mitad y mitad en dos vasos. Después, cada uno se hace con el suyo y chocamos los vasitos de cartón entre sí para brindar.

La primera canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora