Capítulo XIII

145K 17.4K 14.3K
                                    

XIII - PASTELES


No estoy segura de cuánto tiempo ha pasado, pero ahí sigo, congelada en mi sitio. Jane ha desaparecido en el interior de la casa, y yo soy incapaz de moverme.

Sin embargo, todo el mundo sigue mirándome. Especialmente Astrid y Ashley, que parecen pasmadas. Tommy es el único que se muerde el labio para no reírse, mientras que Rebeca parpadea como intentando recuperarse de la impresión.

¿Mi cara? Mejor no saber cuál he puesto, porque honestamente no sé cómo me siento en estos momentos.

Por fin consigo volver en mí, y lo hago justo a tiempo para oír la carcajada nerviosa que suelta Rebeca. Dice algo, no sé el qué, y el grupo entero se ríe con la misma incomodidad antes de seguir jugando. Yo miro en dirección a la puerta por la que ha desaparecido Jane.

¿Debería seguirla?

¿Sería peor si lo hago?

Yo lo haría, que sino nos quedamos sin argumento.

Al volverme hacia delante, encuentro la mirada de Astrid, que se apresura a apartarla. Pese a que al inicio de la fiesta me ha parecido que se enfadaría por algo así, no siento que ahora mismo esté furiosa. Está, más bien... triste. Agacha la mirada y veo cómo juguetea con su copa solo para tener alguna distracción.

—Oye, Livvie —dice entonces Tommy, tan tranquilo como si no hubiera pasado nada—, ¿no tenías que ir al baño?

—¿Yo?

—Sí, tú.

—¿En qué moment...?

—Que. Vayas. Al. Baño.

—Aaaaah... sí, vale.

Me pongo torpemente de pie, como si ahora me costara mantener el equilibrio, y me marcho mientras ellos siguen jugando. Me giro una última vez y veo que Rebeca me levanta los pulgares en señal de ánimos. No sé si necesito ánimos o un milagro, la verdad.

Entro de nuevo en la casa de Ashley, que siento que ahora está mucho más llena que la última vez que la he cruzado. Con una mueca, consigo abrirme paso entre la masa de gente que pasea de un lado a otro, tratando de salvar sus bebidas, y me choco varias veces con completos desconocidos.

Ya estoy empezando a agobiarme cuando consigo salir al patio delantero de la casa. Me quedo mirando a mi alrededor, confusa, pero no hay rastro de ella. Lo más seguro es que ya se haya ido, pero solo por si acaso me acerco a una parejita que está sentada en los escalones de la entrada.

—¿Habéis visto a una chica alta, de pelo oscuro y cortito, con muchos piercings y pulseras, que caminaba como si quisiera cargarse a alguien?

Uno de los chicos parpadea, confuso.

—Eh... no.

El otro, sin embargo, le mete un codazo que casi le deja sin costillas.

—¡Creo que sí!

—¿De veras? —pregunto, ahora con un poquito de esperanzas.

—Sí, sí. Ha salido, se ha parado en medio del patio para gritarle a alguien y acaba de irse por esa calle de ahí.

Vale, ¿me estará engañando para secuestrarme o realmente se trata de Jane?

Solo hay una manera de descubrirlo.

Me apresuro a correr en la dirección que me ha indicado. Se trata de un callejón que da con una de las calles principales, así que podría ser que Jane se haya marchado por aquí. Sobre todo, si no hay nadie que pueda acompañarla en coche. Bajo por la acera. Mis pasos resuenan en las paredes del callejón, que está completamente desierto, y es el único sonido que me acompaña hasta que llego a la calle principal.

La primera canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora