Capítulo XIV

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XIV - VERTE


—¿Qué tal la fiesta de anoche?

La pregunta de mi tío Liam hace que me trague todos los cereales que tenía en la boca hace un momento. Todo el mundo se ha quedado en silencio y me mira expectante por una respuesta.

Mierda.

Yo solo quería desayunar tranquila después de la mierda de noche que tuve ayer.

Pues va a ser que no.

Papá y mi tía Lexi han estado cocinando juntos —porque son los únicos con habilidad en la materia— y se han peleado unas cuantas veces; tía Lexi es muy activa y papá se pone de los nervios con la hiperactividad, así que es una muy mala combinación. Por lo menos, han conseguido que la mesa esté llena de platitos de desayuno para todos.

Como siguen esperando una respuesta, me limpio la boca con una servilleta y me encojo de hombros.

—Bien. Estuvo... bien.

—No has sonado muy convencida —comenta tía Lexi.

—Las fiestas pueden estar bien —indica tío Liam, usando un tono muy débil en esa última palabra, como si le doliera— o MUY bien. No hay término medio.

—Pues la mía fue de las primeras.

Ambos asienten como si lo entendieran a la perfección, mientras que mamá y papá intercambian una mirada entre sí. No sé qué se están comunicando telepáticamente, pero me queda bastante claro que están preocupados.

—Pero al menos estuve con Tommy y Rebeca, dos amigos —añado para calmar un poco el ambiente, y mi sonrisa al decirlo es sincera—. Me lo pasé bien con ellos.

Al menos, así parece que consigo calmar a mis padres, que no insisten más. Nuestros dos invitados también deben entenderlo, porque enseguida cambian de tema. Mientras papá les pregunta —muy poco simpático— cuánto tiempo más piensan quedarse y mis tíos le aseguran que muy poquito —muy poco sinceros—, yo desconecto y pienso en la fiesta.

Astrid y Ashley probablemente están cabreadas, Jules se dedicó a decir cosas feas de mí durante toda la noche y Jane no me dirige la palabra.

Una noche redonda, sí.

Lo admito: he estado tentada a hablar con Jane muchas veces. Si no lo he hecho, es porque no estoy segura de si la situación empeorará al hacerlo. Nos hemos peleado otras veces, pero nunca me he sentido tan fuera de lugar a la hora de afrontarlo. Es una mierda, porque me estoy haciendo la dura para no parecerle pesada, pero en el fondo lo único que quiero es que volvamos a la relación que teníamos antes de anoche.

Y, a la vez, una pequeña parte de mí se alegra de que haya cambiado. Anoche estaba demasiado saturada como para analizar el beso que me dio, pero ahora, en frío... me he dado cuenta de lo que sentí. No estoy muy segura de qué significa, pero sí que sé que, cada vez que pienso en ella, un nido de nervios se me instala en la parte baja del estómago. Esto no me pasaba antes. O me pasaba e intentaba ignorarlo. Ahora ya no puedo hacerlo. Es como si hubiera abierto esa parte de mí con un beso, y ahora ya no encontrara las llaves para volver a cerrarla.

Yo no quiero que la cierres, así que perfecto.

Pero, de nuevo... no sé si hablarle o dejar pasar unos cuantos días más.

Soy la primera en terminarme el desayuno, y subo las escaleras arrastrando los pies. Pelusa está en mi cama cuando me dejo caer a su lado y suelto un suspiro.

La primera canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora