Capitulo 16

1.2K 45 0
                                    

Valentino

Estoy molesto y caliente a la vez, está mujer ha sido la única capaz de ponerme así y es una jodida tortura.

La quiero castigar y follar y mi orgullo y ganas están en debate.

Tiene puesto un albornoz y me pican las manos por quitárselo y devorarla.

Me mira como si fuera algún fantasma.

—¿No dirás nada?—. Cuestiono

—No tengo nada que decir—. Responde

Alzo las cejas fingiendo impresión.

—Me sorprendes—. La miro atento —Hace unas horas eras muy valiente al no responder mis llamadas y ahora—.

—Ahora te apareces en mi departamento como un acosador—. Me interrumpe. —Primero me envías textos, después me llamas sin parar y ahora te apareces aquí—. Puedo notar su respiración agitada. —Cosas que solo un acosador haría—. Sonríe sarcástica.

—¿Terminaste?—. Pregunto harto de escuchar su repertorio de palabras, lo único que quiero escuchar salir de ella son sus gemidos diciendo mi nombre.

Solo me mira en silencio

Me quito el abrigo y lo pongo en el perchero que está al lado de la puerta.

—Me parece que sí—. Miro adentro —¿No me dejarás entrar?—. Pregunto un poco exasperado.

Se queda estática y prefiero entrar que estar esperando a que se le pase su trance.

Abre la boca como si no se lo esperara y antes de que diga algo cierro la puerta y la pego a mi cuerpo.

Tener la polla dura como piedra no me da para estar con jueguitos

—¿Qué quieres Valentino?—. Pregunta y evita mirarme.

—Follar—. Sostengo su mentón y lo alza entrelazando nuestras miradas. —Eso es lo que quiero, pero también quiero castigarte—.

Me mira y noto como sus pupilas se dilatan, se que me desea tanto como yo a ella.

—Estoy molesto Adeleide, muy molesto—. Bajo mis manos a su grande culo y lo agarro con fuerza. —No respondías mis llamadas—.

—Es evidente que fue porque no quiero hablar contigo—. Dice y puedo percibir la excitación en su voz.

—Es evidente que lo estás haciendo ahora—.

—¿Porqué estás aquí?—. Pregunta y se separa de mi yendo a la cocina.

Respiro hondo, esto me esta hartando.

Me dirijo a donde está y se sirve un vaso con hielos agregándole agua.

—Ni con el hielo puedes apagar la llama que enciendo en ti—. La miro y se empina el vaso evadiendo mi mirada. —Y respondiendo a tu pregunta, ya te lo dije—.

—Si tantas ganas tienes por qué acudes a mí y no a la pelirroja—.

Ya se me hacía que algo se traía.
No puedo creer que eso sea su puto problema.

Perversa Obsesión Where stories live. Discover now