Parte 18

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Valentino

Me miro en el espejo observando el atuendo que tengo encima, la playera estilo chaqueta de cuero, el pantalón negro y las botas del mismo color hechas de cuero.

—Señor Visconti, aquí tiene lo que le faltaba—. Una ayudante me entrega el casco y me mira nerviosa.

«¿Me apetece un polvo rápido?»

Agarro el casco y salgo de la "habitación" que ellos llaman.

—¡Pero mira que hermosura de hombre!—. Exclama la fotógrafa coqueta.

Comentario que ignoro.

—Ven aquí—. Me indica una chica.

No tengo idea de quiénes son porque sinceramente no me importa solo quiero desviar la atención del maldito incidente, y esta sesión de fotos con Ducati es una buena forma de hacerlo.

Camino directo a una motocicleta que se ve tan bien. El lugar es un bosque donde yo y la motocicleta seremos el centro de atención.

Observo la magnífica motocicleta y joder que bien nos vemos juntos.

Se acerca un chico para decir algo pero lo interrumpo

—La quiero—. Digo y se queda atónito. —La quiero, haz el papeleo que acabando esta sesión voy a pagarla—. Sin nada más que decir me trepo en la maravilla que está a mi lado y me coloco el casco.

—¡Iniciamos sesión!—. Grita alguien y comienzo hacer lo que me sale de maravilla, posar y sonreírle a las cámaras.

Ya estoy acostumbrado a que donde sea que vaya siempre hay alguien que me hace una sesión de fotos, los paparazzis llegan a ser tan molestos.

Me hacen mil fotos y me bajo de la maravilla. Me quito el casco y mi cabello alborotado cae sobre mis cejas y aprovechan a sacarme otras mil fotos más.

Mi tarde se va en las fotos y la elección para la portada de la revista.

Porque si, seré la cara de una de las revistas más famosas mundialmente.

—Eres excelente Valentino—. Me alaga la fotógrafa.

—Ya lo sé—. Apenas la miro

Camino y al alzar la mirada veo a la pesadilla con patas que se acerca a mi.

—¿Que haces aquí Giuseppe?—. Pregunto arto de estar bajo su cuidado.

—Prepárate que en unos días la siguiente sesión es en Italia—. Dice

—Deja de darme órdenes que no soy tu—. Me corta las palabras.

—¿Mi qué? ¿Mi hijo?—. Suelta una risa burlona. —Lamento decepcionarme pero si lo eres—.

—Tú empleado—. Termino lo que interrumpió. —Y si solamente vienes a joder mejor lárgate que ya tengo suficiente con todo lo que está pasando como para que tú continúes—.

Me doy la vuelta pero su agarre me lo impide, agarre que corto de inmediato.

—Tienes otra sesión con Nohow—. Dice con su tono de voz demandante.

Perversa Obsesión Where stories live. Discover now