·Ethan Winters - RE8·

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Título: Espíritu salvador ( I ).

Imagina: Ethan nunca estuvo con Mia, sino con Tn

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Imagina: Ethan nunca estuvo con Mia, sino con Tn.

P.O.V Omnisciente.

El líquido caliente descendía en gotas escarlatas por sus brazos, tiñendo sus prendas de un intenso color rojo.

Las flameantes llamas de la chimenea a su izquierda deslumbraban sus ojos, que apenas conseguían enfocar sus manos, las cuales ahora se encontraban desgarradas por la mitad entre los dedos medio y anular.

La señora del castillo y sus hijas acababan de abandonar la habitación, dejándolo colgado del techo, hasta que con un grito de dolor había conseguido soltarse, cayendo de rodillas.

El suplicio vivido lo había mareado tanto que casi había olvidado donde se encontraba, tan solo notaba el calor del fuego y el suave tacto de la alfombra bajo él.

Respiró hondo tres veces, tratando de recomponerse. No podía rendirse. Ahora que había entrado en aquel castillo infernal debía seguir adelante. Así que se levantó como pudo, recuperando la vista y también la fuerza. Podría con todo para salvar a su amada y a su hija.

Vió un bote de medicamentos sobre una bonita mesilla de madera. Se acercó dando tumbos hasta ella y esparció el líquido de su interior sobre sus heridas, sintiendo un fuerte ardor.

Salió de aquella lujosa habitación y caminó por aquellos brillantes pasillos. La elegancia del lugar hubiera dejado sin aliento a cualquiera, pero Ethan apenas se había parado a apreciar el castillo, tan solo seguía su camino de vuelta al salón principal para poder ubicarse.

"¡NO! ¡NO! ¡SOLTADME!" Se distinguieron aquellas palabras entre otros gritos desgarradores que retumbaban en las paredes.

Acto seguido un fuerte golpe se oyó, y de nuevo se hizo el silencio.

No pudo distinguir de dónde venían exactamente los gritos, pero su oído sí reconoció al instante a quién pertenecía aquella voz.

– ¿¡TN!? ¿¡TN!? – Gritó el rubio, tratando de llegar hasta su esposa.

Pero no obtuvo respuesta alguna.

Sus piernas pesaban al intentar correr y sus pulmones pedían a gritos que parara para coger aire, pero estaba cegado por la esperanza de encontrar a Tn, así que corría y corría sin rumbo alguno por los espléndidos pasillos del castillo. Hasta que dio con alguien.

Una joven de vestido negro, cabellos pelirrojos y con las comisuras de los labios llenos de sangre se encontraba de pie frente a él.

– A madre no le gustará saber que has estado por aquí. – Rio esbozando una macabra sonrisa.

Ethan observó la puerta de madera oscura y hierro reforzado que se encontraba a espaldas de la chica. Tan sólo dos velas custodiaban los laterales de la puerta, dejando un ambiente en aquella esquina del pasillo mucho más sombrío. No parecía conducir a un lugar tan lujoso. Y ella acababa de salir de ahí.

Tn debe de estar por aquí. Pensó el rubio.

Pero antes debía librarse de la vampira.

Sacó la pistola que llevaba escondida bajo su chaqueta a su espalda y apuntó con firmeza.

– Solo quiero llevarme a mi mujer. – Le dijo en un tono amenazante.

Creía que con algo de suerte la pelirroja se apartaría, pero ella tan solo ensanchó su sonrisa y se llevó a la boca la punta de la hoz que cargaba, perfilando con la lengua el filo de esta mientras se reía con cinismo.

Maldita sea.

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Aún podía sentir las pequeñas y grimosas patitas de los escarabajos correr por su espalda, dándole escalofríos por todo el cuerpo.

Por suerte había conseguido librarse a base de luz y sangre de dos de las hijas Dimitrescu.

No podía perder más tiempo, debía encontrar a Tn.

Caminó de nuevo por el castillo hasta encontrarse otra vez frente a la misteriosa puerta. Tomó el pomo de esta y empujó hacia dentro. Era pesada, pero logró abrirla por completo gracias a su peso corporal.

Unas escaleras de bajada se presentaron ante él. No había barandilla o ventana alguna, todo a su alrededor era una mezcla claustrofóbica de roca y escalones. Tan solo la tenue luz de unas antorchas al final, le permitían ver algo.

Eran las mazmorras del castillo. Ethan se sorprendió por el terrorífico contraste que había en comparación al resto del edificio. Parecía un laberinto, sombrío y desolador.

Decidió avanzar despacio y con cautela, lo más probable es que no estuviera solo allí abajo.

Sus pasos resonaban entre los bajos muros, anunciando su entrada a otro pasillo.

El sonido tintineante de cadenas llegó a sus oídos, y acto seguido tuvo que agachar la cabeza, pues uno de aquellos pálidos humanoides casi lo había degollado con un machete.

Aun no entendía cómo estando tan esqueléticos podían tener tanta fuerza.

Debe de ser alguna mutación.

No lo pensó dos veces, se alejó lo suficiente y apuntó con decisión.

El humanoide cayó al suelo con un agujero de bala en la cabeza. Y un pequeño riachuelo de sangre comenzaba a correr desde la frente de este por el mugriento suelo.

Ethan no se quedó más de lo necesario a observarlo, además de que estaba seguro de que el sonido habría alertado a más infectados, mentiría si dijera que no le causaba náuseas tenerlo delante.

Giró una esquina, y después otra más, hasta que un leve sollozo llegó a sus oídos en medio del eco. Observó a su alrededor, podría haber veinte celdas a primera vista perfectamente, todas a oscuras, igual que el resto de aquel pasillo, tardaría demasiado revisándolas todas.

– ¿Tn? ¿Dónde estás? – La llamó con un tono de voz alto, pero sin llegar a gritar.

Los sollozos se detuvieron a los segundos, y pronto escuchó aquella voz que tanto anhelaba.

– ¿Ethan? – Habló la muchacha – Ethan, ¿eres tú? –

El rubio retrocedió sobre sus pasos unos metros para poder coger una antorcha y luego se acercó corriendo hasta la celda de la que supuso provenía la voz.

La brillante luz del fuego le permitió ver a Tn a través de los barrotes. Estaba al fondo de la celda, con la espalda pegada a la pared y atada con un par de cadenas por las muñecas. No era una postura cómoda teniendo en cuenta el tiempo que llevaba allí.

– Tn, ¿estas bien? ¿Te han hecho algo? – Preguntó con ansia y preocupación él.

– No, no... ¡Escúchame Ethan, tienes que irte de aquí! – Le respondió, dejando que una pequeña lágrima bajara por su mejilla. – Recupera a Rose, sálvala a ella. –

– ¿Qué? ¡No, Tn! No pienso dejarte aquí. – Rápidamente empezó a buscar una forma de abrir la celda. Alumbró mejor con la antorcha y vio un cerrojo en la puerta de metal. Trató de derribarla tirando de los barrotes, pero no cedió. Joder.

– Tiene que haber una llave por algún lado. No puede estar lejos. –

Se miraron a los ojos por unos segundos, deteniendo el tiempo a su alrededor. Aún a metros de distancia y con la sola luz de una antorcha podían ver el afecto y la desesperación que sentían el uno por el otro.

Hasta que un pequeño insecto se coló entre ellos, zumbando, dando entrada a otros muchos como él.

Y eso no significaba nada bueno.

...continuará... 

RESIDENT EVIL - ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora