El talón de Aquiles

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Kyungsoo escuchó el timbre de su teléfono con tedio, no tenía ganas de hablar con nadie y en cambio sí muchas de estar a solas y conversar consigo mismo, su cabeza trabajaba lento y pesado, obviando quizá cualquier información que pudiese lastimarlo, y era mucha, demasiada, tanto así que perdía tiempo saltando y evadiendo las preguntas que sobre su cabeza bailaban en forma de nube negra, fue el teléfono de casa esta vez quien interrumpió su meditación con largos e insistentes sonidos, hasta que todo se quedó en silencio y la indiscutible voz de Baek lloró en un mensaje de voz que lo hizo ponerse de pie y caminar a la velocidad de la luz hacia el salón.
—Baek ¿Qué pasó?
— ¡Soo… Chan se fue, desapareció! ¡Soo él se deshizo delante de mis ojos, no pude tocarlo!
—Baek por dios mantén la calma voy…
— ¡Es culpa de Luhan!… No, ¡Es culpa mía por tener esta estúpida y débil mente!… Soo, me siento tan solo…
Kyungsoo se bebió las lágrimas y respiró profundo sintiendo como a su alrededor los cimientos sobre los que había edificado su vida se iban desmoronando, el llanto de su amigo y la voz rota eran evidencia de un severo ataque de histeria, uno de esos que conocía tan bien, así que después de un breve “voy en camino” colgó el aparato, tomó su abrigo, llaves y salió de la casa.

~•••~

Luhan esperaba paciente cualquier notificación, no podía mentirse y decir que no estaba a punto de perder la cabeza pero sabía que debía tener calma y mantenerla fría, entonces, y como si sus ganas lo hubieran atraído, la pantalla de su teléfono se iluminó y él prácticamente voló hacia allí descolgándolo, para sin mediar palabra colocarlo en su oído y escuchar la noticia más dulce que pudo recibir esa semana, su boca se extendió a ambos lados y sus ojos; rojizos y profundos, se movieron por la habitación mientras dejaba el móvil a un lado y comenzaba a salir de ella y posteriormente de su casa en completo silencio, tenía su cabeza llena de voces y estaba acostumbrado a ellas, después de todo habían sido sus compañeras durante toda su vida, y le propinaban ideas tan brillantes que muchas veces se perdía con sus ocurrencias y reía solo, o simplemente se enajenaba imaginando taquilleros escenarios sangrientos, pero esta vez simplemente le recordaban paso a paso cada movimiento que debía hacer en cada momento, la travesía hacia la casa de DO fue más rápida de lo que en su fuero interno deseó, el guardia de seguridad lo saludó e informó que sus amigos no se encontraban en casa pero él, dejando saber que se dirigía a otro piso y apartamento siguió su camino sin más, no había mucho que hacer, todo estaba milimétricamente calculado así que, una vez fuera del ascensor detuvo su andar justo frente a la puerta del apartamento que había rentado contando internamente, uno, dos, tres, cuatro, cinco, las luces fueron cortadas y con ellas las cámaras de seguridad, momento idóneo en donde yendo a la puerta de sus objetivos y usando la linterna de su móvil introdujo la clave de Soo y Kai, solo tenía diez segundos más antes de que el fluido eléctrico fuera restablecido por el guardia de seguridad, y sabía con toda certeza que su hombre ya no se encontraba en el lugar del cableado, así que simplemente entró, cerró y se dirigió al lugar en donde su preciosa recompensa le esperaba, las luces volvieron a iluminar todo y Luhan, ya en la oficina de Kai abrió el archivo no sin antes lanzar una única mirada al mural que registraba la obra maestra de su vida, luego tomó el testamento y dejando todo en su respectivo lugar envió un SMS a su hombre, marcando mentalmente cada paso. El guardia de seguridad asomó su cabeza por el cristal de su puesto de trabajo al ser llamado por el nuevo inquilino, su auto descompuesto necesitaba ser revisado un momento, solo sería un segundo, uno en el cual debía abandonar su lugar frente a los monitores por segunda vez, porque esa noche de locos, hasta el fluido eléctrico había fallado extrañamente, una falla en los fusibles que solo necesitó devolver a su posición, Luhan recibió luz verde y salió con gracia del habitáculo, entrando al ascensor para luego salir tranquilamente observando como el guardia diagnosticaba de sano al auto del molesto inquilino, y eso fue todo, una mente fría siempre traía consigo la finalización de las metas, fueran cuales fueran.

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