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𝑂𝑏𝑚𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒

La mujer lobo dentro de la casa del lago, luchaba fuertemente para saltarse de las cadenas, estas estaban firmemente sujetas a la pared, sería muy difícil para ella soltarse.

Los gruñidos y rugidos eran acompañados del ruido provocado por las cadenas causandole molestia a la mujer lobo. Al momento que dejo de moverse guardo silencio, escuchando como fuera de la casa se detenían tres camionetas. Pudo escuchar como cuatro personas salían de las camionetas, siendo un total de doce.

Apenas podía concentrarse en solo los tipos afuera, pues hasta el más mínimo ruido la hacía desconcentrarse. Fuera de su respiración agitada, y todo el ruido. Pudo escuchar voces.

¿Es aquí?.

No pudo reconocer la voz de ese hombre.
Solo sentía el deseo de correr a el y arrancarle la vida con sus propias garras y colmillos. Quería asesinar a los doce.

La vieron entrar aquí. No ha salido desde entonces.

Quemen todo el lugar.

Apesar de las alarmantes palabras de la mujer. Tara guardo la calma comenzando a tirar aún más fuerte de las cadenas, sin lograr soltarse o aflojarlas aún más.

Podía escuchar como caminaban dentro de la casa junto con un terrible olor a gasolina. No paso mucho hasta que la puerta se abrió, por esta pasaron tres hombres siendo seguidos por una mujer.

Monroe.

──── Mirenla ────. Habló Monroe mirando a Tara con asco y despreció. Mostrandose superior a la mujer lobo, resiviendo un rugido de advertencia ────. Es una aberración. Algo así no puede existir.

──── ¿Que haremos con ella? ──── pregunto uno de los hombres ────. Tenemos Wolfbane.

──── No ────. Negó rápidamente ────. El quiere que sufra, no debe salir de aquí ────. Sacó su arma disparando a la pierna de Tara sacándole un rugido de dolor ────. Tu novio no va a venir a buscarte, nadie te va a salvar.

Siendo seguida por los tres hombres, salieron del lugar y en poco minutos el olor a humo llego a Tara. La casa quedaría echa cenisas en muy poco tiempo, y si Tara no salía antes, moriría.

El humo entraba en sus pulmones impidiendo que respirará correctamente, cada vez era más difícil respirar, poco a poco volvía a tomar el control de su cuerpo.

Cuando el techo comenzo a derrumbarse el fuego se extendía más rapido. El humo se volvía cada vez más espeso dificultandole respirar. La despreción la invadía cuando pequeños escombros comenzaban a caer sobre ella.

──── ¡TARA!, ¡¿Donde estás?!.

Frunci el seño. Apenas podía reconocer la voz de esa persona, a quién no había visto desde hace años. Quien primero fue un enemigo, y ahora es un alido, un amigo.

──── ¡DEREK! AQUI ABAJO ────. Sacudió las cadenas, la pared quemada se rompió fácilmente por la fuerza aplicada, soltando a la chica que sintió un gran alivio.

La mala suerte parecía acompañarla. El techo sobre ella se derrumbó completamente, intentando alejarse de los escombros que caían intento correr pero por la herida de su pierna no pudo alejarse mucho, siendo golpeada por una de las tablas.

Calló al suelo debido al golpe, sintiendo dole su cabeza y un leve mareo. El humo en sus pulmones la asfixiaba.

La puerta del sótano comenzó a ser golpeada con fuera hasta que esta se rompiera dejando pasar a Derek, quién rápidamente se dirigió a Tara siendo seguido por algúien que la chica no pudo ver bien.

𝑻𝒉𝒆 𝑨𝒓𝒈𝒆𝒏𝒕 || Crepúsculo ᵉᵈʷᵃʳᵈ ᶜᵘˡˡᵉⁿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora