064

220 21 1
                                    

Fue un poco más tarde cuando Edward me recordó mis prioridades. Sólo necesitó dos palabras palabra. Einar y Allison. Suspiré. Se despertarían pronto, ya que debían de ser casi las ocho de la mañana. ¿Me buscarían entonces? De repente, me quedé helada y me asaltó una sensación cercana al pánico. ¿Qué aspecto tendrían ellos hoy?

Edward percibió el modo en que el estrés me había distraído por completo.

━━Todo va a ir bien, mi amor. Vistete, y regresaremos a la casa en menos de dos segundos.

La manera en la que pegué un salto debió de ser muy parecida a la de un dibujo animado. Y entonces me volví hacia él, a su cuerpo como de diamante relumbrando bajo la luz difusa y después nuevamente al oeste, donde nos esperaban nuestros bebés. Edward sonrió, pero no se rio. Era un hombre fuerte.

━━ Todo consiste en el equilibrio, Tara. Pero se te está dando tan bien que no creo que tardes mucho en poner las cosas en la perspectiva adecuada.

Podría equilibrar ese deseo irresistible y devastador de modo que lograra convertirme en una buena madre. Aunque tanto Einar como Allison eran algo real y muy presente en mi vida, todavía me parecía muy difícil pensar en mí como madre. Supongo que cualquiera se habría sentido igual en mi caso, sin haber tenido nueve meses para hacerse a la idea. Y máxime con dos bebés que cambiaban a cada hora.

Pensar en el crecimiento acelerado de ambos me estresó en un instante. Ni siquiera me detuve en las puertas dobles de madera, elaboradamente ornamentadas, para quedarme sin aliento ante lo que Alice había hecho. Sólo me sumergi allí, buscando cualquier cosa que ponerme.

━━ ¿Cuáles son los mios? ━━. Susurré

Tal y como me había explicado Edward, la habitación era más grande que nuestro dormitorio. Más bien habría que decir que era más grande que toda la casa entera, pero fui poco a poco intentando tomarmelo de forma positiva. Una imagen cruzo por mi cabeza, contemplé cómo Alice trataba de persuadir a Esme de que ignorara las proporciones clásicas de un armario para permitir esta monstruosidad. Y me pregunté cómo había conseguido Alice salirse con la suya.

Todo estaba envuelto en bolsas para ropa, impoluta y sin etiquetar, fila tras fila.

━━ Todo lo que ves aquí es tuyo ━━. Y señaló una barra que se extendía a la izquierda de la puerta, como a mitad de la pared ━━.Menos este perchero de aquí.

━━ ¿Todo esto? ━━. Él se encogió de hombros ━━.Magnifico. Lydia se volveria loca ━━.Mascullé y tiré de la cremallera de la bolsa más cercana. Gruñí para mis adentros cuando vi el vestido que habia dentro. Era de seda color rosa bebé y llegaba hasta el suelo.

Me iba a llevar todo el día encontrar algo normal que ponerme.

━━ Déjame que te ayude ━━. Se ofreció Edward.

Olisqueo con cuidado el aire y después siguió algún aroma hasta la parte trasera de la gran habitación. Allí había un ropero empotrado. Olfateó de nuevo y abrió un cajón. Con un guiño triunfal, sacó unos jean azules artisticamente desgastados.

Caminé hasta llegar a su lado.

━━ ¿Cómo lo hiciste?

━━ La tela de los jeans tiene un olor particular, como casi todas las cosas.

Siguió su olfato hasta un estante donde halló una camiseta de algodón blanca de manga larga y me la entregó.

━━ Gracias ━━. Le dije con fervor.

Oli cada una de las telas, memorizando su aroma peculiar para realizar futuras búsquedas en aquella casa de locos. Recordé el de la seda y el del satén, para evitarlos cuidadosamente.

𝑻𝒉𝒆 𝑨𝒓𝒈𝒆𝒏𝒕 || Crepúsculo ᵉᵈʷᵃʳᵈ ᶜᵘˡˡᵉⁿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora