11- Desgracia

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-19 de diciembre-

Amanda.

El celular se me resbala de las manos y cae al suelo.

Todo pasa en cámara lenta.

Las piernas me fallan y termino de rodillas en el suelo, con Liliana sosteniéndome.

Escucho su voz a lo lejos hablándome, intentando hacer que reaccione.

Los ojos se me cristalizan y todo comienza a volverse borroso, no percibo nada ni a nadie.

Mi mente solo reproduce las palabras de la mujer que llamó a mi celular hace algunos minutos.

Esas palabras que jamás olvidaría.

-Lamento informarle que su hermana y el bebé que esperaba, acaban de fallecer en un accidente automovilístico.

En cuanto terminó de decir aquello mi mundo se vino abajo, sentí que todo dentro de mi se derrumbó.

Y supe que todo está perdido.

— Amanda, Amanda mírame por favor, reacciona — volteo a ver a Liliana y luego todo se vuelve oscuro y caigo al suelo sin saber nada de nadie.

Cuando vuelvo a abrir los ojos ya estoy en mi habitación a oscuras.

Y cuando todo vuelve a mi cabeza de nuevo, solo deseaba que hubiera sido una maldita pesadilla.

Solo deseaba poder hablarle y contarle ese estúpido sueño que tuve, pero nada era mentira. Todo estaba pasando y sentía como mi pecho se iba quebrando.

No pude perderla, no a ella.

-Mandy, mira lo que te compré- observo los pares de zapatos nuevos.

-Wow, que bonitos son- me acerco emocionada y la abrazo-Ya no se van a burlar de mi por mis zapatos rotos.

-Claro que no, nunca más se van a burlar de ti.

Ella era mi todo... ella era más que mi hermana, ella fue como la madre que nunca tuve.

Siempre fui su prioridad y ella siempre fue la mía.

Siempre iba a elegirla sobre todos.

Ella estaba tan emocionada por su embarazo, por poder conocer a su bebé y que los tres viviéramos juntos.

Y así eran los planes, todo tenía que ser así. Este año iba a ser el último separado de ella...

Y ya no la tengo, ni a ella ni a su bebé. Los perdí a ambos...

Las lágrimas mojan mis mejillas y siento que todo me da vueltas cuando me levanto de la cama. El aire me falta y siento que mis manos comienzan a temblar.

Me acerco a la puerta y antes de poder abrirla escucho a Dylan hablar por teléfono, se escucha muy enojado.

— ¡¿Por qué?! Ya iba a hacerlo — se escucha que da un golpe a la pared — No me diste tiempo maldito imbécil.

Amigos no ✔️ Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon