15- Regreso

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-22 de Abril-

Amanda.

Ya pasaron cuatro meses, todo es un maldito infierno después de que Alina muriera y de que Dylan se fuera.

El único lugar donde sonreí de nuevo fue en la boda de Liliana, y solo lo hice para no arruinar su día.

Después de ese día me volví a hundir en la depresión.

Semanas después de la muerte de Alina me enteré que estaba embarazada, todo volvió a derrumbarse dentro de mi.

No sabía ni que hacer, intenté abortar pero me arrepentí a último momento y en un arranque de desespero intenté buscar ayuda en mis padres y solo me metí en otro infierno.

Organizaron una maldita boda sin mi autorización y me amenazaron si no aceptaba.

Terminé aceptando porque no me quedaba de otra.

Ellos quieren que tenga a alguien que pueda mantenerme y al bebé igual.

Y ese hombre quiso hacerlo, aceptó todo.

Cuando lo conocí fue súper lindo, pero luego comenzó a tratarme mal.

Y yo no quiero casarme, no con él.

— Podríamos huir Amanda, no es necesario que te cases. Ni siquiera lo conoces bien.

— No tengo otra opción — limpio las lágrimas y me observo en el espejo.

Llevo un maldito vestido blanco, es corto y se le gancha una enorme cola blanca.

La puerta de la habitación se abre y la mujer que se hace llamar mi madre me observa.

— Estas haciendo esperar Amanda, muévete y cásate con ese muchacho. Nadie más te va a aceptar con ese escuincle, debes aprovechar ahora que no se te nota esa panza. Muévete.

— Ya déjela.

— Tu no te metas escuincla. Esto es un problema entre mi hija y yo.

— Ahora si es su hija, ¿sabe que? Váyase a la mierda señora, usted...

— En un momento estoy ahí — Liliana me observa.

Karen se va y me retoco el labial.

— No puedo creer que vayas a casarte con alguien que no amas Amanda.

— No tengo de otra Liliana, estoy sola, no tengo nada más que hacer.

— Nos tienes a Carlos y a mi.

— No voy a estar siempre con ustedes, tú estás casada y pronto formarán su familia y no puedo estar de encimosa.

— Tu también eres de nuestra familia Mandy.

Tocan la puerta y Carlos se asoma.

— Liliana, vamos.

— ¿A donde?

— No preguntes cielo, vámonos.

— Pero le estoy ayudando a...

— Liliana — ella bufa y me observa.

— Ve, estaré bien.

Asiente y sale de la habitación junto con Carlos.

Coloco las manos en la barra donde están todas las cosas que utilice y agacho la cabeza dejando salir unas lágrimas silenciosas.

Todo salió mal, no quiero esto, no quiero casarme con ese hombre.

No quiero vivir ese infierno.

No quiero que me hijo nazca en ese infierno.

Amigos no ✔️ Where stories live. Discover now