Capítulo 16

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Dos semanas después tuvo lugar la celebración de Agios Georgios. Empezó con una procesión a la iglesia junto al puerto, donde se celebró una misa a la que asistieron Jungkook y casi todo su personal.

Luego se ofreció un banquete en la mansión, con juegos y espectáculos para los niños. Hyorin había sido maestra y resultó ser una ayuda muy valiosa para organizar las actividades infantiles. A petición de Jisoo, Jimin había preparado un almuerzo privado para Jungkook, Jisoo y sus invitados, pero Jungkook no quiso comer en un comedor separado y prefirió mezclarse con el resto de isleños. Todo el mundo pudo comprobar la tensión existente entre su novia y él.

A pesar de su impecable traje a medida y del aura de autoridad y nobleza que irradiaba su presencia, parecía sentirse mucho más cómodo entre los humildes aldeanos que su difunto padre, Constantine. Incluso le dio una patada al balón con el que los niños jugaban al fútbol en el césped.

—Dile a Jungkook que quiero hablar con él —le ordenó Jisoo a Jimin en la terraza.

Jimin miró a la hermosa chica, enfundada en un vestido blanco de pronunciado escote y falda muy corta y se dirigió hacia Jungkook con una mueca de disculpa para transmitirle el mensaje.

Jungkook no pareció recibir de buen grado la orden y Jimin se sorprendió por la absoluta falta de empatía que mostraba Jisoo hacia su futuro marido. Jungkook era un hombre que necesitaba su propio espacio, y se enfurecía si alguien se pegaba demasiado a él o si le exigía más atención de la cuenta. Reclamar su presencia a través de un empleado era un auténtico disparate.

—Jisoo y yo nos iremos ahora al Sea Queen —informó Jungkook—. Tú te encargarás de llevar a los invitados.

Jimin asintió, agradecido, por una vez, de no ser el la causa de su irritación. Jungkook podía ser muy impredecible y Jisoo no parecía tener la menor idea de cómo tratarlo. La personalidad de Jungkook era como un volcán que en cualquier momento podía entrar en erupción y arrasar todo cuando saliera a su paso.

Al llegar al Sea Queen con Hyorin y Nicky, el capitán Kim se puso a hablar con su tía y se ofreció a enseñarle personalmente el lujoso yate. Para Jimin fue un alivio poder dejar a Hyorin en buenas manos, ya que, con Jisoo desaparecida, le tocaba a Jimin ejercer de anfitrion y organizar la llegada de los invitados al barco.

Mucho rato después, Jimin encontró a Jungkook. Estaba agachado en la cubierta, intentando tranquilizar a un niño pequeño que se había perdido y que lloraba desconsoladamente. Jimin corrió a ayudarlo, levantó al niño en brazos y vio que se trataba del hijo de la enfermera del pueblo.

—Necesita a su madre. Voy a buscarla —le dijo a Jungkook—. Seguramente está cansado y se ha atiborrado de esos dulces que les serviste a los niños.

—Es sólo una vez al año —se defendió Jungkook. Se enderezó y observó a su asistente, que parecía más serio que de costumbre. El pequeño se aferraba a el con sus dedos manchados de chocolate mientras se chupaba el pulgar—Min Te gustan los niños, ¿verdad?

Jimin se puso pálido.

—Mucho.

El rostro de Jungkook se endureció, como si la respuesta no hubiera sido la correcta y sin decir nada más asintió lentamente y se marchó.

Jimin devolvió el niño a su madre, quien había dado por hecho que estaba siendo vigilado por sus hermanos mayores. Cuando llegó la hora para que los invitados volvieran a tierra firme, Jisoo apareció por fin en cubierta. Su vestido blanco estaba manchado y parecía que los intentos por limpiarlo no habían tenido mucho éxito. Soplaba una fresca brisa y al ver cómo temblaba Jimin , quien se había dejado su chaqueta en la isla, Jungkook le ordenó a uno de los camareros que buscara inmediatamente algún abrigo. El camarero volvió con un abrigo de color crema y Jungkook se lo puso a Jimin por sus hombros desnudos.

Seducción- KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora