Los años han pasado y en Kensington ha perdurado la paz y la tranquilidad, sin embargo, de entre las cenizas surgirá un nuevo enemigo -¿o varios?- que busca recuperar lo que "por ley" le pertenece.
¿Serán capaces Daniela y María José de darle frente...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
General Milán De Luca
A las afueras de Londres
Dark Obsessions - Magnum Opus
Normalmente en un día de rutina, el tiempo estimado entre la ciudad y el instituto sería de treinta minutos, sin embargo, ahora mismo con todo el panorama que manejo, debo llegar en el menor tiempo posible, es por eso que estoy encima de los 180 km/h.
Imaginarme a Emilia y Damián huyendo o tratando de resguardarse solo me hace querer llegar a ellos más rápido. Mi mente traicionera trae al presente los momentos angustiantes y dolorosos que viví cuando descubrí los cuerpos amordazados y ajusticiados de mi mujer y de mis dos pequeños.
¡Maldito seas Dante! ¡Una y mil veces! Ojalá que estés pudriéndote en el infierno. Es lo que una rata como tú mereció desde siempre.
Es una imagen que por más que trate de olvidar, no puedo. Es como si los ojos desorbitados y llenos de sangre de mi mujer, de la mujer de mi vida, me persiguieran a donde sea que fuera. Cada noche tengo en mis sueños la silueta de mis dos hijos, sus cuerpos sin vida, sus brazos colgados y su rostro hacia un lado con el hilo de sangre saliendo del centro de su frente.
Dante pudo haberse muerto, pero si por mi fuera, lo mataría mil veces más. Una y otra vez sin descansar.
— Milán en cinco kilómetros es la entrada del camino a la cabaña –me informa a un costado Elena, yo aun con la mandíbula tensa, asiento.
Solo dos minutos después voy reduciendo la velocidad hasta que veo el cartel de señalización.
Enseguida noto como la coronel se ajusta su pistola que lleva en la cintura y antes de bajar de la camioneta la sostengo de la mano.
— En cuanto los tengas me avisas, toma... -saco de la guantera un auricular que nos permite comunicarnos, se lo ofrezco y Elena se lo pone en su oído.
— Tranquilo, estarán bien –se apresura a calmarme y yo internamente se lo agradezco.
Sin perder más tiempo, la coronel sale de la camioneta, ve a los lados en la carretera y cruza para adentrarse en el camino de tierra y arboles altos.
