Los años han pasado y en Kensington ha perdurado la paz y la tranquilidad, sin embargo, de entre las cenizas surgirá un nuevo enemigo -¿o varios?- que busca recuperar lo que "por ley" le pertenece.
¿Serán capaces Daniela y María José de darle frente...
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Daniela Rinaldi
Los Roques – Venezuela
05:21 p.m.
Nunca antes había visto tanto azul en mi vida. Por donde mire, todo lo que rodea este paraíso es absolutamente en tonos azules. Incluso más allá donde mis ojos alcanzan a ver. El cielo se mezcla perfectamente con el borde del mar haciendo que parezca un infinito camino hacia el espacio lleno de estrellas.
Lentamente lleno de aire mis pulmones, de este aire fresco y puro al tiempo que apoyo mis antebrazos en la baranda de la terraza que está en el patio central de la Villa Gonzales.
La vista es absolutamente impresionante, capaz de dejarme casi sin aliento. A pesar de que he podido conocer gran parte del mundo, hay algo en este lugar llamado Venezuela que puede generarme una paz impresionante que muy pocas veces he logrado sentir.
Llegamos a Los Roques hace aproximadamente dos horas desde un vuelo directo desde Holanda en el cual solo hicimos dos paradas para recargar combustible.
La estadía en la mansión de Franco fue algo que la verdad, no esperaba tener. Pero el hecho de ahora manejar la información que él tenía acerca de los Petrov es algo que agradezco profundamente. Puede ayudarme para darle fin a este maldito juego y acabar de una vez con la perra de Irina.
Aunque por supuesto debo ser muy precavida, sé que ella es inteligente y a cualquier paso en falso, no me dará oportunidad a reaccionar.
Relamo un poco mis labios mientras mis pensamientos se van a una pregunta que desde que pasó, no sale de mi cabeza: ¿Qué era lo que realmente buscaba Irina con su movimiento en Kensington?
De una u otra forma pudo darnos muchas pistas, entre ellas una de las más importantes que es el hecho que ahora ella maneja tecnología de G-World. Puede crear Inteligencia Artificial capaz de infiltrarse en nuestras líneas, por lo cual ahora debemos estar más precavidos que antes.
Además, está el hecho de habernos hecho creer a Poché y a mí que iría tras nuestros hijos. Si ella hubiese querido, desde el momento en que supo la ubicación de Emilia y Damián, hubiera podido ir por ellos, incluso, llevar al mejor de los ejércitos y tener una enorme guerra si los premios al final de eso hubiesen sido ellos. Sé que sabe que, si tiene a mis hijos, entonces nos tendrá a Poché y a mí... así que... ¿Por qué no lo hizo?
¿Por qué no actúo? Ella tenía ventaja, tenía tiempo. ¿Por qué se ha mantenido en silencio? ¿Qué es lo que realmente planea?
Cierro mis ojos dejando que la brisa de la tarde fresca y despejada impacte de lleno contra mi cara moviendo mi cabello suelto y ondulado.
Tengo que pensar.
Tengo que pensar muy bien lo que ella hará, tengo que pensar como ella pensaría para de esa forma prever los escenarios posibles.
