Los años han pasado y en Kensington ha perdurado la paz y la tranquilidad, sin embargo, de entre las cenizas surgirá un nuevo enemigo -¿o varios?- que busca recuperar lo que "por ley" le pertenece.
¿Serán capaces Daniela y María José de darle frente...
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Daniela Rinaldi
Los Roques – Venezuela
Dos días después
He estado en este negocio desde que tengo memoria, incluso, antes de nacer ya estaba destinada a ser parte de lo que la mafia significa.
Rinaldi no es un apellido cualquiera, y a pesar que juré no usarlo para de esa forma lastimar a mi padre, no puedo huir de un pasado que me persigue sin cesar. No puedo desvanecer las décadas de prestigio que ostenta mi apellido. Es como si quisiera eliminar por completo mi existencia, mi raíz, lo que soy y lo que seré.
Es por ese motivo que en cuanto decidí volver a tener el apellido Rinaldi —al menos dentro de la mafia— sabía que debía cuidarme muy bien las espaldas. Por mucho que yo quisiera tener una vida normal o que mis hijos disfrutaran de una vida tranquila, sabía que tenía que estar preparada para todo.
— ¿Y bien? ¿Cuál es el siguiente paso?
La voz de él me saca de mis pensamientos y me regresa a la realidad, veo su rostro a través de la videollamada que tenemos por mi celular.
Lo observo por unos segundos que se van haciendo más largos, y es él quien vuelve a cortar el silencio:
— ¿Te quedaras viéndome de esa manera? Sé que soy guapo, pero disimula –yo suelto un suspiro que es más como una risa expulsada levemente. Ruedo mis ojos y respiro hondo.
— He estado teniendo muchos problemas con Poché por el hecho de haberles perdonado la vida –digo y veo el otro recuadro en la llamada —Sobre todo por ti, Emma –le digo a la que hace mucho tiempo fue como una hermana.
— Nos equivocamos, cometimos un error, Daniela –responde bajando la mirada —sé que no hay justificación y que nuestras acciones casi te condenan de nuevo junto a Dante, pero entiende que fuimos utilizados por Irina, nos lavó el cerebro.
— Nos puso ese chip en la cabeza y dijo que seriamos caballos de Troya –interviene Harry —créeme que, de no ser así, jamás te hubiésemos traicionado, tú eres la única familia que tengo.
