Los años han pasado y en Kensington ha perdurado la paz y la tranquilidad, sin embargo, de entre las cenizas surgirá un nuevo enemigo -¿o varios?- que busca recuperar lo que "por ley" le pertenece.
¿Serán capaces Daniela y María José de darle frente...
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Valentina Garzón.
Londres
Al día siguiente
He estado buscando información relevante durante las últimas horas de quién puede ser la espía que tenemos en G-World. Tiene que ser alguien completamente preparado, porque por más que repase una a una las fichas de cada uno de los trabajadores, ninguno parece adaptarse al perfil que buscamos. Todos parecen tener una historia, un pasado, alguien a quien aferrarse, y por supuesto, la espía no podría tener ninguna de esas características... Tendría que ser alguna persona despegada de su entorno y sin unas pisadas a las cuales seguirle el rastro.
¿Qué es lo que estoy pasando por alto?
¿Qué es lo que no estoy mirando?
Por otro lado, el tema de mi querida esposa no es algo tan fácil con lo que pueda lidiar. Odio el hecho de pensar en ella a cada instante y de tener este impulso de llamarla como si fuésemos unas adolescentes. Ella me mintió, debo enfocarme en eso.
Ella se besó con otra mujer y pensó que yo no me enteraría.
Claro, no se acostó con nadie y ciertamente, solo fue un beso, pero eso de alguna manera resquebrajo la confianza entre nosotras, eso de alguna manera afecto mi propia manera de ser y de pensar, afecto mi propia seguridad. Es por eso que se me ha hecho tan difícil perdonar la, o más bien... Olvidar ese capítulo en nuestra historia.
¿Que acaso yo no le fui suficiente? ¿Dónde quedó todo el amor que decía tenerme cuando se besó con esa mujer esa noche?
— ¡Ahhh! ¡Maldita sea! –doy un pequeño golpe en el escritorio del laboratorio mientras siento nuevamente como la impotencia llena mi torrente sanguíneo.
¿Por qué no puedo dejar de necesitarla? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en su boca y en la forma que tiene para besarme?
»—¡Ya basta, Valentina! –me regaño internamente.
No puedo perder la compostura. No en este momento, no es el lugar apropiado para ello. Ahora debo enfocar toda mi atención a la misión que me encomendó María José, no puedo fallarle.
— Sin resultados –la voz robotizada de la computadora central en el laboratorio de G-World se escucha llamando mi atención.
Otra vez sin resultados. Por mucho que haya aplicado nuevos filtros de búsqueda, el resultado es el mismo que las anteriores mil veces: nada.
Sigo mirando la enorme pantalla frente a mí, veo toda la información y cuando creo que no puedo pensar en nada más, el sonido de la puerta principal abriéndose me hace girar la cabeza hacia atrás.
