4. Enamoradiza

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Amanda Harley

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Amanda Harley

¿Te consideras una persona enamoradiza? Que se ilusiona fácilmente, que no puede ver un rasgo bonito porque se imagina en el altar. Que sueña con la familia, el niño y la niña, el perro y el gato. Como si todos ellos pudiesen llevarse bien en una sola casa. Una persona rosa, que cree en el amor y que no puede esperar para empezar el resto de su vida con su media naranja.

¿Te consideras enamoradiza de corazón? Porque es un hecho que yo NO.

No creo en el amor ni en esas porquerías. Soy una mujer independiente, empoderada y con mis propios asuntos para estar persiguiendo a un hombre.

Crecí en el taller mecánico de mi padre y ahí pude ver de primera mano cómo son los hombres. Eso era suficiente motivo para saber que, en definitiva, no necesitaba a un hombre como mi padre, que engañaba olímpicamente a mi madre con las mujeres de su bar favorito y luego regresaba a casa pidiendo la cena y ropa limpia para el día siguiente.

Entonces, en definitiva, mi respuesta era NO. Yo no era enamoradiza, no me encariñaba con la idea de casarme y definitivamente no estaba buscando nada más que recrearme de manera eventual.

Y aunque ustedes me vieran sentada en el café de la esquina, en la mesa que me daba la vista perfecta hacia la parada del autobús, tienen que saber que esto lo hacía por mí. Por simple recreación visual, porque me gustaba ver cosas lindas antes de sentarme a programar en un ordenador por las próximas seis horas, y porque Justin resultaba ser lindo de ver al bajarse del bus.

—¿Qué haces, Mandy? —musitó Adam casi en mi oído interrumpiendo mis cavilaciones.

—Imbécil —le lancé un golpe en el abdomen para que se alejara de mí.

—¿Espiando a Justin otra vez? —señalé mi taza de café y negué.

—¿Qué se hace en las cafeterías, Adam? Venga que esta pregunta no está tan difícil.

—¿Esperar que Justin se baje del autobús? —repitió. Me sentí tentada a tirarle el café en el pantalón, lo confieso. Pero me tomaría demasiado tiempo pedir el otro café, seguramente que llegaría tarde al trabajo.

—¿No vas tarde para cargarle el maletín a Allan? —contraataqué. No iba a quedar como tonta en esto.

—Al menos Allan está considerando darme un aumento. ¿Tú estás cerca siquiera de la cama de Justin? —no pude evitar chistar sonoramente.

—Me gusta el café, Adam —insistí cuando comenzó a burlarse de algo más que no pude oír porque un deslumbrante coche rojo se aparcó justo al frente de la puerta de la cafetería, interrumpiendo totalmente mi vista de la parada del autobús.

Chisté otra vez y comencé a levantarme para dimitir de mi idea ridícula del día, mientras pensaba que tal vez Justin tampoco vendría a trabajar hoy. Puse despreocupadamente un pie fuera de la cafetería sin reparar en si Adam me perseguía, seguía hablando o se había muerto en la cafetería. Fue entonces cuando me sorprendió ver el cabello rubio ensortijado y la hermosa sonrisa de Justin deslumbrar la acera al salir del coche rojo.

Valiente [Serie Verdades II] (En Proceso)Where stories live. Discover now