18. Confesiones

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Amanda Harley

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Amanda Harley

Habían transcurrido seis días rarísimos desde la noche de mis sueños. Y me tomaría el atrevimiento y la cursilería de llamarlo así, porque parecía ser que realmente solo había sido un sueño que no había dejado más que confusiones en mi mente.

Desde la cocina, con una taza de café, estaba yo tomándome el día libre, admirando al hermoso rubio cabellos de oro sentado en su suntuosa oficina echando líneas de códigos en su computadora como si su vida dependiera de ello.

¡Qué ridiculez tan grande que me encantara todo de él! Su bendita dedicación y esa forma absurda como movía los labios mientras leía una y otra vez buscando un error que no existía, porque todo cuanto había hecho estaba perfecto. Y ahí entraban todas las confusiones a jugar su parte en mí, diciéndome que era del todo inapropiado que interrumpiera su trabajo para robarle un beso, porque todo esto no era más que un juego, y porque no podía permitirme tal confusión.

Esto era lo que no me permitía acercarme: estaba trabajando para Alice. Matándose por trabajar y hacer algo perfecto que hiciera que la perfecta Alice mantuviera un perfecto estándar en su perfecto negocio.

La idea casi me hacía regurgitar. Y no me malinterpreten, no tenía nada en contra de Alice, de hecho, le tenía mucho cariño. Pero si odiaba mucho que Justin estuviera tan enganchado todavía que hiciera todo con entrega absoluta, recordándome una y otra vez con el rodar de sus ojos grises por la pantalla, que estaba enamorado de ella, y que lo nuestro no existía, era solo un juego.

—Junior —salió de sus labios y yo tomé un poco de café.

—¿Si? —repliqué bajando la taza, pero él estaba tan absorto en la pantalla que no me escuchó. Entonces caminé hacia él y me senté en el sofá que estaba detrás de su espalda.

—Junior —me volvió a llamar, como si no hubiese escuchado nada y entonces me ubiqué encima de su hombro y le respondí.

—¿Sí? —esperaba asustarlo, pero no se sobresaltó. Por el contrario, volteó mirándome los labios y sonrió. Era por este tipo de cosas que estos días habían sido tan raros. Porque a veces me miraba de esta forma que, si no lo conociera bien, juraría que quería besarme.

—Dios... —musitó, pero sonó como una queja cuando le dio vuelta a la silla y sentí que me hizo frente. Se acercó tanto a mi que su cercanía me sedujo a mirarle los labios rosados y entonces su voz gruesa y baja me distrajo un instante mientras sentía un ciento, no, un millar de mariposas elevarme del suelo—. ¿Acabas de...? —pero parecía no poder poner coherencia entre sus palabras y su cuerpo, entonces se apoyó de mi sofá, quedando aún más cerca, si es que esto era posible.

—¿De? —intenté poner algo de orden, determinada a qué el temblor de mi abdomen no me pusiera en evidencia.

—...De beber café? —finalizó su pregunta. Y esto me pareció tan incoherente que no pude evitar sonreír. Aún así le contesté sin dejar que se evaporara esta sensación de deseo que recorría toda la habitación.

Valiente [Serie Verdades II] (En Proceso)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang