Valiente [Serie Verdades II] (En Proceso)

5. Desencanto

Mary Alice Stewart

Una semana después

Y aquí estaba yo, sentada en un banco de madera algo incómodo mirando cómo las nubes de un día nublado se cerraban en torno al sol. Normalmente lo habría amado, me encantan los días grises, pero hoy sentía una epifanía llegarme como arcadas a la garganta; como un maldito dejavú o un momento de la historia que sentía repetirse una y otra vez, y yo no estaba segura de cómo sostener un desencanto como este.

Entonces no era culpa mía. Estaba aquí sentada en el aeropuerto mirando como el clima se oscurecía, pero sin ganas de entrar a resguardarme de la lluvia porque sabía que Joshua no iba a llegar en ese vuelo, ni en el siguiente. No había venido, y se había olvidado decirme que no había tomado el avión que prometió que tomaría de vuelta a casa.

Y mientras pensaba esto, continuaba tratando de convencerme de no sufrir un colapso emocional en el momento más difícil para hacerlo. Esto no era mi culpa, y podía saberlo recordando que Justin estaba muy seguro cuando me dejó en claro que yo no era una persona olvidable, secundaria ni menos importante que el trabajo. La verdad, yo también estaba segura de eso, realmente conocía mi valor y mi identidad.

Así que lo sabía con certeza:

No era mi culpa que mi príncipe justo ahora fuese más parecido a un sapo. Que se le hubiese acabado el encanto y que no hiciera nada por recuperarlo.

Simplemente me parecía que yo tenía un imán para los hombres demasiado ocupados, lo cual era una verdadera porquería, si me lo preguntan.

Y ahora permanecía en el mismo lugar, armándome de valor para levantarme y hacerle frente a esta sensación de abandono que me tragaba como si se tratara de una lengua de fuego, cuando otro mensaje de texto que planeaba ignorar llegó a mi teléfono con un sonido personalizado que me provocaba batuquearlo contra el suelo.

La primera gota de agua cayó sobre mi rostro indicándome que tal vez debía pasar por alto mi ataque de malcriadez y seguir adelante con mi día, pero no tardé en darme cuenta que estaba todo arruinado. Había preparado el almuerzo para Joshua y todo un ambiente romántico en casa que no tenía estómago para ir a recoger.

Lanna estaba fuera de la ciudad esta semana, recibiendo una estrella Michelín en alguna parte de Francia, y mi madre estaba saturada de casos en la corte; así que de lejos me había quedado sin planes para ignorar que no pasaría una tarde soñada en compañía de mi amado.

Volvió a sonar mi teléfono y yo sentí la súbita necesidad de responder a los mensajes de súplica de Joshua para insultarlo un poco por dejarme sin opciones, pero al tomar el celular noté inmediatamente que tenía un mensaje de Justin encima de todos.

Justin: ¿Todo bien el día de hoy?

No recordaba haber estado hablando con él. Pero sin duda si había una forma de escaparme de la frustración era hablando con alguien y no quería hablar con Joshua.