15. Charla de Chicas (Parte 2)

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Había demasiadas cosas que no podía sacarme de la cabeza mientras me sentaba en el coche de Amanda a tamborear el volante mientras rodaba los ojos desde el tablero hasta el asiento trasero y me sentía invadido, y estúpido, ¿cómo después de eso pud...

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Había demasiadas cosas que no podía sacarme de la cabeza mientras me sentaba en el coche de Amanda a tamborear el volante mientras rodaba los ojos desde el tablero hasta el asiento trasero y me sentía invadido, y estúpido, ¿cómo después de eso pude haberla dejado irse a su charla de chicas?

La ansiedad me estaba comiendo vivo, ¿y si Lanna le contaba todo por lo que hice pasar a Alice? ¿Y si Amanda me odiaba? ¿Y si yo no podía volver a...? Oh, no... Esto no estaba nada bien.

Me mordí el labio inferior e inevitablemente me pasé los dedos por la comisura, sintiendo un escalofrío recorrerme por todas partes. ¿Qué demonios era esto? ¿Me estaba creyendo este maldito juego? Era muy evidente que Amanda estaba jugando un papel en todo esto, y lo estaba haciendo muy bien. Ella vio que Lanna nos estaba viendo, y se aseguró de que no dudaran de nosotros ni por un momento. Y aquí estaba yo, pensando en devolverle el favor.

Era aquí donde se me cruzaban los cables. ¿Quería repetir este movimiento peligroso con Amanda? ¿Y por qué? Después de todo la elegí porque era la única chica que conozco y porque... Bien, era Junior, el hijo del mecánico. No podía involucrarme sentimentalmente con alguien que tenía más testosterona que yo, ¿o sí?

Pero desde el interior de mi ser, algo me regañó recordándome que era una mujer, y una bellísima, que me hacía sentir muy bien en todos los sentidos como para que yo asegurara con fuerza que no me interesaba para nada.

Estaba interesado en Amanda, claro que sí. Pero ese no era mi objetivo ni el suyo. Y yo no era más que un cobarde a su lado. En eso al menos, Armando tenía razón.

Y entonces la sonrisa sínica de Lanna mirándonos juntos se me cruzó entre ceja y ceja, sabiendo que entre esas tres, el perjudicado sería yo. Terminaría sin Alice y sin Amanda. Eso era seguro. Me puse ansioso otra vez y levanté el teléfono deseando saber si quizás ya Lanna había surtido su efecto y Amanda ya no quería verme nunca más.

Abrí el chat y reproduje el mensaje de voz que Lanna me dejó desde el teléfono de mi NO-novia.

No creo que conozcas el significado de «charla de chicas», Justin. Déjanos en paz mientras le informamos a tu adorable novia quién eres en realidad —una carcajada de las tres y casi podía imaginarme la expresión de maldad de Amanda al reírse así. Era una de sus cualidades más bonitas, no podía estarse quieta sin hacerme una jugarreta.

Entonces el estómago se me vació nuevamente. ¿Y si le decían a Amanda quién era yo? Porque, si al caso veníamos, ¿quién era yo según ellas?

Moví los dedos de nuevo al volante y metí una mano en mi bolsillo para tocar la pequeña trufa de chocolate que le había comprado a Amanda en las afueras. Hacía unos días hablábamos de los mejores chocolates de la ciudad y ella nunca había probado de este tipo, así que, ya que fui a las afueras, le compré uno para que lo probara.

¿Y si no me lo aceptaba? ¿Y si me odiaba? Agarré el móvil y le escribí imprimiendo la mayor urgencia posible.

Yo: No quiero que te vayas sola a casa, y tenemos cosas de qué hablar. Entonces iré a buscarte cuando estés lista.

Valiente [Serie Verdades II] (En Proceso)Where stories live. Discover now