22. Papá (Parte 2)

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Amanda Harley

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Amanda Harley

—¿Entonces todo bien con tu papá? —dije bajando la voz mientras terminaba de poner los platos en la alacena.

—Sí, la verdad es que sí. Se está quedando a dormir en mi sofá y estamos viendo un partido de futbol —explicó con voz tranquila y yo sonreí.

—¿Cómo fue que hiciste callar a la bestia? —bromeé y él se rio conmigo.

—Le dije que era feliz —yo me sorprendí.

—¿Lo eres?

—¿Cómo podría no serlo? Te tengo a ti —una sensación se expandió por mi cuerpo en forma de alegría, pero me sentí contrariada al recordar las vejaciones de su papá.

—¿Solo tuviste que decir eso?

—Bueno, le dije que podía dejar de burlarse de todo en mi vida o podía irse.

—¿Y se quedó?

—Sorprendentemente —admitió—. Entonces tuve la oportunidad de decirle quien soy hoy y que soy perfectamente feliz con eso —me sentí tan orgullosa de él, que se escondía debajo del escritorio cuando había conflictos y que dejaba que cualquiera definiera su identidad en una discusión. Era un hombre hecho y derecho, capaz de defender su propia identidad frente al hombre que prácticamente la destruyó.

—Suena increíble.

—Lo más increíble es que se disculpó conmigo —replicó como si aun no lo creyera—. Tuvo un nuevo hijo, y quiere que lo conozca, que lo conozcamos —fruncí el ceño y aguardé.

—¿Conozcamos? ¿Tú y yo?

—Si lo perdonas, sí —dijo con frescura y yo sentí un nuevo temor desbloquearse. Nuestra relación estaba escalando, ahora iría a conocer su familia que hace media hora no tenía.

—¿Eso dijo?

—Sí —repliqué—, en realidad dijo que es una pena que ya no quieras conocerlo —entonces solté una risita y recordé mi encuentro con el señor Edward Mitchell.

—Qué vergüenza —susurré, pero él soltó una carcajada.

—¿Vergüenza? Nunca vi a alguien dejar a mi padre en su sitio de esa forma. Deberías crear un manual —entonces solté una risita nerviosa y él suspiró—. De verdad te quiero —musitó—. No sería tan valiente de no ser por ti.

—¿Por mí? ¿Te inspiró mi forma de silenciar a tu papá? —bromeé.

—No, no del todo —entonces se quedó en silencio en un momento y yo me recosté de la mesa de la cocina para oírlo bien—. Una vez me dijiste que nunca podría estar completo si una parte de mi vida si odiaba a mi papá. Tenías razón. No he estado tan ligero y tan tranquilo en años.

—Soy una chica muy sabia —le dije mirando a mi papá desde donde estaba. Y él soltó una risa fresca que me hizo sonreír.

—Lo eres, gracias Mera —entonces espabilé.

Valiente [Serie Verdades II] (En Proceso)Where stories live. Discover now